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La gente duerme en la pequeña ciudad de Prípiat, pero su central nuclear vive una inusual actividad para las horas que son. En la sala de control, todos los técnicos están en sus puestos para repetir unas pruebas que debían haberse completado antes de su puesta en funcionamiento, pero que se habían podido disimular para inaugurar a tiempo y recibir la lluvia de felicitaciones y condecoraciones por un trabajo ejemplar con las que la URSS presumía de ser, telón de acero para adentro, la primera potencia del mundo frente al bloque capitalista.
Sin embargo, ahora, la otra potencia, la del reactor, empieza a bajar peligrosamente y, cuando se intenta compensar, la cosa se va de madre. Las alarmas se disparan, las luces de los paneles van locas y los técnicos sudan la gota gorda entre las órdenes del responsable de la prueba hasta que se decide apretar el botón de apagado.
Los habitantes de Prípiat sienten un terremoto. Algunos vasos caen de la alacena de la cocina y las fotos de los pariente que cuelgan de la pared se tuercen. Los que se despiertan y miran por la ventana ven elevarse desde la central una imponente columna de luz azul en mitad de la noche cerrada. Todo el personal de bomberos es convocado a los parques para acudir de urgencia a un incendio en la central Vladímir Ilich Lenin, más conocida como Chernóbil.
El responsable del experimento grita, insulta y escucha indignado a un trabajador que ha entrado corriendo con el rostro amoratado tras atravesar los pasillos llenos de cristales rotos. El chico balbucea que no hay reactor. El jefe chilla como un loco: «¡El reactor no puede estallar!». Todos los trabajadores insisten en que han hecho lo correcto. Han seguido el manual. No pasa nada. Todo está bien. No puede pasar nada.
La serie sobre el accidente nuclear de Chernóbil ya suena vieja a muchos y la obra maestra de antes del verano es un producto casi olvidado, desaparecido de las redes sociales de los más intensitos. Los ritmos son así y el 'Joker' de ayer noche ya está camino del desván antes de que amanezca.
La agenda política valenciana de cara a las elecciones ya estaba escrita según el 'timeline' tuitero y los mensajes programados para llegar al domingo que viene conforme al manual. El problema es que en los últimos días hemos sabido que el PIB se resienten en la Comunitat Valenciana, la firma de hipotecas caen en toda España hasta un 30%, la agricultura atraviesa un tiempo complicado y, para terminarlo de arreglar, Ford anuncia que la nueva versión de los motores que producía en Almussafes se van a fabricar en norteamérica, dejando esa instalación valenciana en el aire a partir de 2022. Se le puede llamar ralentización o desaceleración, pero está aquí... aunque el manual diga que el reactor no puede estallar.
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