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ALFAFAR JAZZ

ALFAFAR JAZZ

ANTONIO VERGARA

Domingo, 22 de abril 2018, 13:45

En 1998 coincidí con Manuel Piedrahita. Estábamos en Jaén. Y asistíamos a unas jornadas sobre el aceite de oliva virgen extra. También anduvo por allí José Carlos Capel, el crítico gastronómico de 'El País'. Comenzamos a escribir juntos, pero separados, en 1977. ¡Y estamos vivos!

Puede que más de uno, y a pesar de tantas 'tablettes' en la calles y los dormitorios, no sepa quién es Manuel Piedrahita, director de los informativos de RTVE y después corresponsal en Bonn, la capital alemana. Cuando se retiró de su etapa en el periodismo (1975-1985) comenzó a ocuparse de sus olivos y del aceite.

Naturalmente, charlamos de periodismo y de su trabajo como corresponsal en Bonn. Y del desastre que entonces ya era la televisión. Pero no la española únicamente, sino las privadas. Esta sabia sentencia me marcó (y la enmarqué): «Las televisiones programan para una masa generalmente inculta. Programan 'a la baja'. Mientras sus programaciones no suban su nivel de calidad, los televidentes serán paulatinamente más ignorantes».

En efecto. Los ciudadanos aferrados a las televisiones no prosperarán intelectualmente. Lo estamos viendo.

La televisión es un artefacto dirigido a las masas. Las multitudes. Goethe: «La multitud no envejece ni adquiere sabiduría. Siempre permanece en la infancia».

Pero hay que intentar que se olvide del chupete.

La anterior introducción es para justificar que voy a escribir de jazz, un tema fuera de esta sociedad que sólo consume la música (?) con que las discográficas y los medios de comunicación machacan diariamente -desde las 6 de la madrugada hasta las 6 de la madrugada del día siguiente- a billones de dóciles receptores.

Estuve viendo un vídeo sobre el pianista Barry Harris, negro y norteamericano (nacido en Detroit, en 1929). Ahora tiene 88 años. Y sigue en activo. Como pianista o enseñante. La mano izquierda no le sirve de mucho -aunque la aprovecha muy bien- porque tuvo un ictus hace diez años. Harris afirma que su vida «es el jazz». «Siempre lo ha sido, desde los 14 años».

¿No es admirable esta confesión de uno de los grandes maestros históricos del piano 'be-bop'? Todavía da conciertos. En Roma, N.Y. (vean en 'youtube' su actuación en el Dizzy's Club, con el Central Park al fondo), Almería, Barcelona, Buenos Aires...

Harris sí que es -palabra que detesto- un 'mito' musical y no los zarrapastrosos Rolling Stones o Bob Dylan y su eterna afonía. Dos o tres acordes simples y melodías simplistas para un auditorio de botellón.

Con este artículo no pretendo enseñar el buen camino de la música a nadie (otro tanto le sucede a la clásica). La batalla la perdimos los amantes del jazz hace varios decenios. Los grandes músicos están en sus respectivas tumbas o icinerados y compartiendo su vocación vital junto al resto de los primitivos (Armstrong, Buddy Bolden), los posteriores (Earl Hines, Coleman Hawkins), los revolucionarios (Charlie Parker, Dizzy Gillespie) o John Coltrane, el 'canto del cisne'.

Quedan algunos (Scott Hamilton, Dick Oast, etc.) que son contratados en antros -no siempre- por muy poco dinero. Su pasión es tocar y también ingresar algún dólar.

Ahora se anuncia, con motivo del Día Internacional del Jazz, un 'macrofestival' en Alfafar, con más de 80 músicos. La pregunta es: ¿Hay en Valencia 80 músicos de jazz? No. Puede que haya 80, pero ¿cuál es su calidad? «Qui pregunta ja respon». La figura es el trompetista David Pastor (Sedaví, 1974). Es bueno, que ya es mucho. Un 'macrofestival' gratuito es siempre un error. Sólo se valora lo que cuesta un precio. Pero es de temer que Alfafar tenga su día de charanga a costa del jazz (?). Un 'macrofestival' agrícola.

Al organizador, Francisco Blanco 'Latino', lo conocí en el I Seminario Internacional de Jazz que organicé en el Centro Cultural de Bancaja (1993). Era un pipiolo. Me preguntó si el arreglista y compositor Lennie Niehaus (autor de algunas bandas sonoras de Clint Eastwood) era francés. «No, es norteamericano de St. Luis». Así se escribe la historia.

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