
ALFREDO DI STÉFANO, ENTRENADOR DEL VALENCIA
Una historia del Valencia (LI)
JOSÉ RICARDO MARCH
Lunes, 25 de noviembre 2019, 07:52
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JOSÉ RICARDO MARCH
Lunes, 25 de noviembre 2019, 07:52
La temporada 69-70 avanzaba de manera ilusionante, con un Valencia en franca recuperación deportiva gracias a la acertada dirección de Salvador Artigas y Enrique Buqué, cuando Julio de Miguel decidió dar uno de sus clásicos golpes de efecto lanzándose a la contratación del legendario Alfredo Di Stéfano como entrenador. El presidente, bien asesorado por un convincente José María Sánchez Lage, ojeador del Valencia en Buenos Aires, llegó a la conclusión de que el severo técnico, que acababa de conseguir para Boca Juniors un sabroso doblete (al apuntarse, en el nada sencillo fútbol argentino, los torneos Nacional y de Copa), era la figura perfecta para renovar la cara del Valencia.
Dicho y hecho. En marzo de 1970, poco después del regreso de Di Stéfano de su tierra natal, el presidente inició las maniobras para su fichaje. Tras un seguimiento tan sigiloso como exhaustivo (contaba el fallecido maestro José Vicente Aleixandre que De Miguel, Vicente Peris y José Ramos Costa, entonces directivo, lo habían llegado a escoltar, sin que Di Stéfano lo supiera, a una comida con amigos en un restaurante gallego de Madrid, al término de la cual le obsequiaron con una botella de champán), el entrenador recibió una llamada de Sánchez Lage en la que le comunicaba el interés del club de Mestalla y le anticipaba las buenas condiciones que se le ofrecerían. El técnico tardó poco en decidirse. Una conversación en Valencia con De Miguel y Peris, certificada con sendos apretones de manos, hizo el resto. La vieja 'saeta rubia' entrenaría al Valencia a partir del verano de 1970.
Desde entonces, Di Stéfano se consagró a la tarea de estudiar con detenimiento al equipo con el objetivo de detectar sus virtudes y puntos flacos. Asesorado primero por Vicente Peris y, posteriormente, por Roberto Gil, capitán del equipo (quien, lesionado, hizo el papel de informador a su futuro entrenador, lo que, según confesión del gran centrocampista, le costó no ser alineado por Artigas y Buqué en la final copera de 1970), el entrenador realizó un profundo análisis del cuadro valencianista. En sus primeras declaraciones públicas tras conocerse su fichaje, el 4 de abril de 1970, radiografió con acierto el estado del equipo. El Valencia, afirmó Di Stéfano en una rueda de prensa celebrada en Mestalla con presencia masiva de periodistas, era fuerte en defensa pero débil en ataque. Su intención era practicar un fútbol ofensivo, aunque consideraba que para atacar a fondo era preciso contar con una buena defensa. Y, apuntó con rotundidad, deseaba que su Valencia tuviera fe e ilusión de triunfo.
La idea de fútbol de Di Stéfano, tan parecida a la que treinta años después pondría en marcha, de manera tremendamente exitosa, Rafa Benítez, pasaba por realizar una serie de ajustes en la poderosa plantilla que había demostrado su solvencia en la temporada 69-70 alcanzando la final copera. Las salidas demandadas por el nuevo técnico fueron escasas, aunque causaron un gran impacto entre los aficionados. Las dos más llamativas, las de los legendarios Waldo y Guillot, se hicieron sin el tacto que aconsejaban las hojas de servicios de ambos, repitiendo la penosa tendencia valencianista de arrojar a patadas a los viejos ídolos una vez se los consideraba amortizados (como había ocurrido, por ejemplo, con Montes, Cubells o Mundo, entre otros). Para reforzar al equipo, Di Stéfano no exigió refuerzos carísimos ni muy conocidos. Pensaba, de manera muy acertada, que había que apostar por jugadores con hambre de títulos y gloria deportiva que construyeran un vestuario fuerte y unido. Así, incorporó al primer equipo a los mestallistas Enrique Claramunt, José Vicente Forment y el portero Salvador Llopis, 'Cota'; solicitó el fichaje de una pieza secundaria del Barcelona, Carlos Pellicer, el de un eléctrico extremo argentino, Óscar Rubén Valdez, y se empeñó en incorporar a un jovencísimo centrocampista ofensivo del Levante, Sergio Manzanera, cuyas excelentes cualidades había podido observar in situ en los partidos del equipo granota.
Con esos retoques, contagiado de la mentalidad ganadora y el carisma de su líder, el Valencia de Di Stéfano echó a andar en Benimar el 22 de julio de 1970. Apenas unas semanas después, tras lograr resonantes triunfos en los Trofeos Ciudad de La Línea y Naranja, el Valencia ya era considerado por propios y extraños como uno de los aspirantes a apuntarse el triunfo en la Liga. Se abría por delante la que habría de ser una de las temporadas más exitosas en la historia del club, la emocionante campaña 1970-71.
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