Que alguien mande aterrizar al presidente
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Hubo un momento en que el Perú se jodió pero no se sabe cuándo. De ahí que Vargas Llosa, reconvertido en Zavalita, se planteara en ' ... Conversación en La Catedral' el asunto sin lograr respuesta. En algún momento, entre 2015 y hace un tiempo indeterminado, alguién en Presidencia decidió emplear frases inspiradas en las tazas de Mr. Wonderful para describir la situación de la Comunitat. La obra cumbre en esta fiebre de optimismo se pudo leer en las redes sociales, en la cuenta del jefe del Consell, Ximo Puig, cuando hace unos días explicó que había estado por Xixona probando turrón, y luego por Requena-Utiel copa de cava en mano, y que si a eso se le suman las uvas del Vinalopó y resto de productos navideños, pues no queda otra que pensar que somos el 'Cluster de la Felicitat'.
Ojo. Cluster de la Felicitat. Hay que vivir muy blindado, rodeado de gente muy pendiente de decirte a todo que sí para que en algún momento, alguien, suelte lo del cluster de la felicidad y nadie lo mande callar.
Explicaba el filósofo José Antonio Marina en una entrevista publicada en 'El País' que se ha «puesto de moda la felicidad» y eso es «catastrófico, porque se está diciendo a cada uno que piense en su felicidad psicológica y se rompe la relación de la felicidad con la justicia, con la ética y con la felicidad pública. Es una vuelta al narcisismo. Se está encerrando a la persona en su felicidad y rompiendo el lazo con la felicidad social». Turrón, cava, uvas... la felicidad, amigos. Ahí la tienen. Y los valencianos, produciéndola a manos llenas y gozándola sin freno.
Es cierto que la Comunitat es un lugar muy cómodo para vivir. También lo es que lo hacemos con una de las rentas per cápitas más bajas de España (y, por tanto, de Europa), y que aún así nos hemos subido a la burbuja de los precios inmobiliarios como si fuésemos todos habitantes de Silicon Valley. Por cierto, Alicante ya no será la Meca Española de la Inteligencia Artificial. Qué pena, Diana Morant, tener una ministra valenciana y que las agencias vinculadas a su ministerio acaben en A Coruña o Sevilla. Muy lejos de la Tierra y muy cerca del cielo debe de estar un presidente para que, en un momento con una inflación bien pintona y con el personal poniendo la lavadora los fines de semana, permitas que pongan en tu boca frases más propias de una campaña navideña de una cadena de grandes almacenes. Que alguien envíe un mensaje al Air Força U del jefe del Consell para que aterrice. Que alguien le cuente que la subida de sueldos para funcionarios (y altos cargos del Consell) va por un camino muy distinto a la congelación salarial que sufre la mayoría de ciudadanos desde hace años. Años.
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