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El análisis semiótico evidencia lo que tenemos ante los ojos sin reconocerlo. Un sábado todo era color. Oltra lucía tendencia: «color block» naranja corporativo (para ... los curiosos, código hexadecimal #E65F00), una forma de gritar al viento, sin sutilezas, que ella y Compromís son la misma cosa: sin Oltra no hay Compromís. El color comunica y, evidentemente, en materia de marketing político no se escoge al azar. Ciudadanos, que comparte color corporativo con Compromís, suprimió el icono de la conversación y subió el tono para intensificar su imagen de marca en 2017: el principio del fin. Recordarán aquellos restaurantes de comida rápida, en los ochenta, en los que no podía descansar la vista: naranja por tierra, mar y aire. La decoración, hostil para el consumidor, se basaba en hallazgos en el campo de la psicología: la tensión asociada al color, esparcido con liberalidad, invitaría a los clientes a pasar por caja sin demorarse en la sobremesa. En la fiesta de Compromís el naranja jugó en contra de la vicepresidenta. Cálido, en exceso ahoga.

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