El Eurodreams de este lunes reparte miles de premios por toda Europa y España

La política no es tan diferente al amor. O eso parece. Una relación puede acabar en cuestión de escasos minutos o de siete días. Una noche te acuestas con la alegría de quien triunfa, a modo de rollito furtivo presupuestario con el PNV, y, a la semana siguiente, tu verdadero amor (la Presidencia), después de todo y sin previo aviso, salta por la ventana. Eras consciente de que llevabais algún tiempo atravesando una crisis, a la catalana. Teníais vuestras pequeñas diferencias. Como cualquier pareja. Pero juntos habíais superado ciertos «problemillas» económicos y esta vez el desenlace no tenía por qué ser muy distinto. Hasta ahora siempre te había funcionado el arma de la inacción. Pero, una mañana, de repente, te encuentras con las maletas en la puerta de Moncloa esperando al camión de la mudanza, mientras divisas que, aquel partido que te brindó abstenciones para conquistarla, ya ha colocado el cepillo de dientes en la que fue, durante tantos años, tu casa. Y tú lo sabías. Eras plenamente consciente de que él, personalmente, llevaba demasiado tiempo cortejándola. Rondándola. Aunque te ofrendó su hombro cuando os retaron dos novatos aspirantes. Quería, a toda costa, arrebatártela. Pese a la disconformidad evidente de gran parte de sus parientes. Estaba obsesionado con ella. La deseaba. Recorrió kilómetros para recogerle rosas en formato avales. Se enfrentó a consanguíneos, pero ideó el respaldo de sus descendientes. Y quien la sigue, muchas veces, la consigue. Llegado ese instante sólo buscas cualquier refugio para afrontar tal torrente emocional. Un bar y unos cuantos amigos. Sientes, y deseas sentir, que se acaba el mundo, que la economía se hunde, que la Bolsa sufrirá una severa corrección y se elevará imparable, de nuevo, el riesgo. Pero, todo pasa. Y, rápidamente, tras el afligido duelo asomará la fina vendetta estilo enmiendas . Él, al principio, le obsequiará con pequeños detalles de corbata roja, Ministerio de Igualdad y aconfesionalismo. Y tú decidirás retirarte. Aunque, ya se sabe: en la política, como en el amor, todo es eterno mientras dura. Y, quizá, este romance no llegue al año.

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