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Ampliación del Puerto: dudas más que razonables

VICENTE TORRES CASTEJÓN

Viernes, 25 de octubre 2019, 10:04

Un reciente artículo del eurodiputado González Pons en LAS PROVINCIAS ha desencadenado una tormenta de críticas y descalificaciones, aunque como muy bien respondió el autor, lo que tocaría es dar argumentos. Eso pretendo en estas líneas. La propuesta de ampliación norte del Puerto de València se tomó a principio de este siglo, nada más terminar la ampliación Sur (1997). Era la época del 'boom de las infraestructuras', paralela al 'boom inmobiliario', cuando algunos pensaban que todo iba a crecer indefinidamente. La consecuencia fue la mayor crisis de la economía española y de las finanzas públicas. Veinte años después, el puerto todavía tiene capacidad de crecer un 50% (de 5 millones/TEU a 7,5 millones, según sus estudios). Y esa cifra es muy poco probable que llegue a alcanzar nunca, los gráficos de crecimiento del puerto dan una línea muy horizontal, y ya se anuncia una nueva fase de parón económico. Conviene recordar que un mayor crecimiento de la cifra de TEU no implica efectos positivos para la economía regional, de los contenedores que ahora mueve el puerto, la cuarta parte están vacíos, y del resto la mitad no entran ni salen a tierra, son trasbordos. Por desgracia, la economía valenciana no tiene mucha capacidad exportadora, con excepción del azulejo de La Plana y la Ford.

Esta ampliación no obedecía a una demanda real. Ninguna nueva naviera tuvo interés en instalarse en la ampliación. Fue una de las tres ya instaladas, cada una de las cuales gestiona una de las tres terminales existentes, la que solicitó ocupar la terminal en proyecto. Como reconocían recientemente sus representantes, quieren concentrar la actividad que actualmente realizan en dos de las tres terminales (la propia y una de la competencia) en la nueva terminal norte, completamente automatizada. Pero ¿esto no significaría una pérdida de empleo neto, y una mayor capacidad portuaria excedente?.

Hay dudas razonables sobre los nuevos impactos ambientales de la ampliación. En relación con la costa, ahora se reconoce que el nuevo espigón ya construido sí que está afectando a las playas del sur, pero se viene a decir que el mal ya está hecho, y ya no va a empeorar con la construcción de los muelles de atraque. Habrá que recordar que el problema con las playas ya se anunció antes de la obra, que este riesgo se despreció, que se prometieron vagas medidas correctoras (que se sabían imposibles). Ahora se desprecian los riesgos de la extracción de arena de los fondos marinos, para dragar el canal de acceso y rellenar los muelles, se presupuesta la obra contando con esa arena, sin saber si es apta para ello, ni si debería (como marca la ley) dedicarse prioritariamente a la restauración de las playas.

Y está el impacto sobre la ciudad de la contaminación generada por los barcos y la circulación de camiones. Es sabido que la mitad de la contaminación por óxidos de nitrógeno y por partículas que sufre la ciudad de València procede de la actividad portuaria. Por lo cual, no debería plantearse una ampliación del negocio portuario sin solucionar antes estos problemas.

La Autoridad Portuaria viene repitiendo que la ampliación norte trae incluida de manera indisoluble un nuevo acceso norte para camiones. Se sugiere un túnel submarino, para eludir las críticas. Pero, de nuevo, sin un estudio previo de viabilidad, y aventurando un coste completamente inverosímil, que se vería disparado con sucesivos «sobrecostes».Se nos dice que, de no hacerse la ampliación se perdería una gran inversión privada y las oportunidades de crecimiento de la actividad portuaria. Pero esta obra no nos saldría gratis: se elude explicar que la inversión pública para hacerla viable sería varias veces superior (diques, dragado, acceso norte...), recursos que estarían mejor empleados en otras actuaciones siempre retrasadas: la mejora de la red de Cercanías o de Metro, las soluciones a la travesía ferroviaria de València, o tantas otras infraestructuras vinculadas al conocimiento o la economía del Siglo XXI.

Al final, quedaría un puerto enormemente sobredimensionado, con un agujero notable en las cuentas públicas, y una pérdida de capacidad de inversiones en otras áreas de más futuro. Las dudas sobre la bondad de la ampliación portuaria son más que razonables, y exigen prudencia, estudios científicos previos, debates públicos y consenso con los representantes de la ciudadanía. Lo contrario de lo que viene haciendo la Autoridad Portuaria, que desoyó las sucesivas propuestas de crecer en Sagunto, para elegir hacerlo en el lugar más complicado y problemático: junto a la Ciudad de València.

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