Un aula vacía a la espera de los alumnos. efe/marcial guillén

Un aplauso para los niños

Y SI HABLAMOS DE EDUCACIÓN ·

PABLO ROVIRA | DELEGADO DEL PERIÓDICO MAGISTERIO EN LA COMUNITAT

Martes, 12 de mayo 2020, 07:30

Lealtad no es sumisión» dijo Ximo Puig, por lo que podemos dar zanjada la fase de la unidad y el apoyo incondicional al gobierno que tanto se nos requirieron en las primeras semanas. La adhesión acrítica por la gravedad del momento, el arrinconamiento de la política frente a la primacía de los técnicos. Ahora, nuestros gobernantes autonómicos piden «aclaraciones» a las autoridades y dejan caer el tizne político de los criterios que han hecho que algunas autonomías, dicen, pasen a la Fase 1 antes que la valenciana. «¡Qué escándalo, aquí se juega», que dirían en Casablanca.

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El pasar de fase se ha interpretado en modo suspenso o aprobado, que ya criticó Fernando Simón, al igual que se pretende trazar una causalidad cerrada entre el superar las fases con el acierto de la acción gubernamental. En esta visión, que la Comunitat quede en buena parte en la Fase 0 se interpreta como un fallo de la Generalitat, como si la expansión del virus fuera una fórmula matemática en la que el resultado de la pandemia saliese sólo de sumar medidas acertadas. No puede ser así cuando, por ejemplo, no conocemos su verdadera extensión y el coronavirus tarda, además, unos días en manifestarse. Nos consuela, en cambio, poder hacer nítida la culpa.

Qué contraste con el mundo educativo, por ejemplo cuando se conoce el informe Pisa, el cual también es producto de dinámicas sociales y no solo de lo que se hace en la escuela ¡No faltan test en la Educación! Corrección de deberes, controles, exámenes, evaluaciones, notas... La Educación acaba en un número, concreto y comparable. En cambio, se huye de esta causalidad, y se posturea sobre la excelencia intrínseca del sistema frente a la desigualdad de los hogares y de la sociedad. Y al final de este argumento, la culpa del alumno, su falta de esfuerzo que le lleva al suspenso y a la repetición. Sí, el enfermo paga las consecuencias.

También contrasta el ansia de pasar de fase con la pausa en el sistema educativo. De abrir antes los bares que las escuelas, que, matizo, tiene su total lógica sanitaria y económica pero como imagen cultural, impacta. Frente al desafío que plantea la Fase 2 de reapertura de Infantil y Educación Especial, CCOO asevera que «son los criterios educativos y sanitarios los que deben marcar la vuelta al centro por parte de su alumnado». Es evidente, y principal, el criterio sanitario; no encuentro qué criterio educativo avala que es mejor que estos alumnos (de Infantil y Especial) sigan con la educación online en lugar de en clase.

Como criterio educativo, la pandemia está siendo negativa para la Educación, a pesar del sobreesfuerzo del profesorado para adaptar a un ordenador toda la escuela. Los niños reciben un derecho a la educación deteriorado por la imposibilidad de no acudir al colegio. Las autoridades, entiendo que por el daño creciente a la economía y al empleo, desean acelerar, con toda la prudencia sanitaria, la desescalada. Es un lujo no aspirar a lo mismo en cuanto a los servicios públicos.

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Los niños merecen un aplauso, pues su aportación contra la pandemia es enorme: les hemos pedido que renuncien a su principal servicio público, la Educación, para que permanezcan confinados con el objetivo -ya que son vector de contagio más que enfermos graves- de proteger a los adultos y, sobre todo, a los mayores. Para lo suyo nadie parece tener ninguna prisa. Pero a ellos nadie les hace ningún dibujito de agradecimiento.

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