Sin aplausos para 2.250 olvidados

EL ESTADO DE LA COMUNITAT ·
El Consell pasa de dar la paga a sanitarios tras la pandemia. Como lo de la luz y las cucarachas

Arturo Checa

Valencia

Domingo, 17 de octubre 2021, 00:19

¿Quién aplaude ahora? Durante la entrevista que le hice a finales de septiembre al doctor Pedro Cavadas, el cirujano lanzó un mensaje que ... no por menos original deja de ser acertadísimo. «¿Quién aplaude ahora a los médicos?», fue el interrogante que lanzó para responder negativamente a si la pandemia nos había cambiado para bien. Ironizó luego con los cánticos, los tenores de ópera, las canciones y cantinelas que durante la época del confinamiento arreciaron en los balcones. Después, nada. Ni siquiera ahora, cuando surgen los olvidos. Tras apagarse los focos de la notoriedad, miles de sanitarios que se jugaron literalmente la vida durante la época más oscura del Covid siguen sin recibir la paga extra que les prometió el Consell. Una propina en el fondo, casi una palmadita. Lo importante no es la cifra económica, apenas unos cientos de euros. Lo infame es que se les deje de nuevo en la estacada.

Kapuscinski. El maestro de periodistas polaco lo explicó a la perfección con una frase: «El trabajo de los periodistas no consiste en pisar las cucarachas, sino en prender la luz, para que la gente vea cómo las cucarachas corren a ocultarse». Y eso es lo que hizo esta semana LAS PROVINCIAS. Hacerse eco de la denuncia del sindicato Satse sobre los 2.250 enfermeros, matronas y fisioterapeutas que siguen sin cobrar la paga. Enfocar a las cucarachas que incumplen su promesa. Un año ha pasado desde que en el debate del estado de la Comunitat se anunció por parte de la Generalitat el abono de una paga extra a los sanitarios. Diciembre de 2020 era la fecha comprometida para que la recibieran. Muchos lo hicieron, pero más de dos millares, no. Son 2.250 olvidados por la administración. Y por la sociedad que no es capaz de volver a recuperar el espíritu reivindicativo que demostró durante la pandemia.

Esto es como la fábula aquella de los dos caballos que se llevaban a matar, se odiaban y se hacían la vida imposible. Egoísmo puro. Hasta que se les metió un león por medio. Y entonces los corceles tuvieron que arrimar flancos y dar coces al unísono. Unirse. Dejar a un lado el individualismo y patear unidos para sobrevivir. Pero cuando el león, o sea el Covid, pasó, los caballos (los seres humanos) volvimos cada uno a lo nuestro. Y nos da igual que dos mil de aquellos héroes a los que aplaudimos y vitoreamos, aquellos titanes que se dejaron el pellejo reutilizando mascarillas por la falta de material, que confeccionaron equipos de protección con bolsas de basura porque no había suficientes, que cayeron contagiados como moscas, expuestos en primera línea del frente contra el coronavirus, que todo esa tropa de valientes que nos hizo salir adelante, ahora estén de nuevo ninguneados y arrinconados.

«Nos hemos dejado la piel y ahora no nos pagan», fue uno de los lamentos que ayer entonaron los afectados en el reportaje de testimonios firmado por Juan Sanchis. Creo que hay pocos asuntos más importantes a resolver por la administración. Igual que sigue existiendo un agravio comparativo con los sanitarios de la privada, a los que no se da paga. Y yo he hablado con facultativos de ese sector que relatan el infierno que vivieron aquellos meses, cuando cientos de pacientes fueron desviados de hospitales públicos. No es el dinero. Es la falta de respuesta del Consell a ese espíritu. El de la lucha sin cuartel de los sanitarios. El de una sociedad que se unió frente a la crisis. Sin leones, volvemos a ser una panda de miserables desmemoriados.