Parece cercana una remodelación del Gobierno y corren rumores de que el ahora titular del Ministerio de Agricultura, Luis Planas, pasaría a Asuntos Exteriores. Avala ... dicho cambio que Planas fue embajador en Marruecos, donde mantiene estrechas relaciones, y en estos momentos es de máximo interés tratar de recomponer un mejor entendimiento con el país vecino.

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En relación directa con el probable cambio de ubicación de Planas ha surgido otro rumor que cobra fuerza: la posible desaparición del Ministerio de Agricultura para integrarse en el de Transición Ecológica. Nada nuevo, ya ocurrió cuando este último departamento se llamaba de Medio Ambiente.

Este tipo de decisiones suelen ser muy mal recibidas en el sector agrario, donde se piensa, con bastante razón en principio, que el mero hecho de prescindir del ministerio agrario ya supone cierto desprecio hacia el campo. Por pura lógica, quien se ve desprovisto de departamento propio ve un ninguneo, tiende a pensar que en las más altas instancias se considera que las cuestiones del campo son competencias menores que bien se pueden subsumir en otro ministerio. Y de paso, si el ministerio que 'acoja' es el de Transición Ecológica, cunden mayores reticencias, porque de allí se ven venir hoy buena parte de las amenazas.

Al mismo tiempo es fácil dudar, sobre el papel, de las capacidades de defensa de intereses agrarios que se puedan ejercer si no se parte de una supuesta sensibilidad de oficio.

Sin embargo, las cosas no tienen por qué desarrollarse así; incluso puede suceder que sea buena cosa que los asuntos de un Ministerio de Agricultura queden encargados bajo responsabilidades donde en principio pudieran sentirse menores. Y no sería la primera vez que se dieran desenlaces sorprendentemente positivos en lances similares.

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¿Qué ocurriría si la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, o quien estuviera en dicho puesto, asumiera también las funciones actuales del Ministerio de Agricultura?

Pues, seguramente, tras las reticencias iniciales, llegaría una fase en la que aquello que ahora puede verse ajeno, distante o en el lado contrario, pasaría a apreciarse como propio, incluso con mayor mimo. No es lo mismo ser del equipo propio que del de enfrente. Hay que defender lo de uno. Y más cuando la proximidad favorece que se conozcan mejor las cuestiones y se comprendan los problemas para abordarlos desde otros puntos de vista que no se tenían en cuenta. Y encima con margen de lucimiento en presentaciones de marcas y denominaciones, cifras de cosechas y exportaciones, logros e inauguraciones varias. La biodiversidad se colmaría de más colores.

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