Asuntos pendientes para Isaura Navarro
ANÁLISIS ·
La consellera debería afrontar el reto de congeniar las dos áreas a su cargo, la agrícola y la medioambiental, teniendo en cuenta la larga y gravísima crisis de la primeraANÁLISIS ·
La consellera debería afrontar el reto de congeniar las dos áreas a su cargo, la agrícola y la medioambiental, teniendo en cuenta la larga y gravísima crisis de la primeraSuele ocurrir que, cuando cambian la consellera, o el conseller, a cargo del departamento agrario, en el campo se repite de forma invariable la pregunta ... de rigor: «Pero esta persona ¿qué sabe de agricultura», a lo que se viene a responder algo también consabido: para realizar una buena gestión de algo no es preciso ser experto o experta en la materia, sino más bien acertar en rodearse de quienes lo sean, para que le puedan aconsejar adecuadamente.
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En realidad, en la historia del gobierno autonómico valenciano solo hubo dos consellers que vinieran del ramo agrario: Luis Font de Mora y José Mª Coll, ambos ingenieros agrónomos y en el Consell del PSPV-PSOE que presidió Lerma. Sin embargo hubo también algún otro caso en el que, sin ser del 'oficio' de partida, atinaron en su tarea, en cuanto a que obtuvieron buenas 'notas' en el campo, por así decirlo; y ello fue posible por tres circunstancias: pusieron empeño en desplegar políticas de consenso, atendiendo a las organizaciones profesionales del sector para encontrar sendas comunes; contaron a su alrededor con profesionales de reconocida competencia en sus cometidos, y, además, pelearon para disponer de presupuestos que, sin ser suficientes para todo lo necesario, dieron para desplegar actuaciones que se hicieran notar y perduraran.
Isaura Navarro, nueva consellera de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica, tiene ante sí el reto de congeniar los intereses de las dos grandes áreas a su cargo, la agraria y la medioambiental; una relación que en los últimos tiempos se ha decantado claramente en favor de la segunda y en detrimento de la primera. Es bien patente el deterioro incesante de las actividades del campo valenciano, lo que se traduce en abandonos masivos de explotaciones, falta de relevo generacional, empobrecimiento incesante del sector y una multiplicación de problemas que se enquistan sin soluciones, con lo que cunde la sensación de que no hay interés por aportar remedios y que todo queda en solemnes anuncios que se proclaman periódicamente, para luego diluirse en la dinámica política.
La lista de asuntos pendientes no ha hecho más que alargarse en los últimos años. Los problemas se agrandan sin atención suficiente, menos aún con presupuesto necesario, y muchas situaciones se deben además a incumplimientos o insensibilidades manifiestas, cuando se hace prevalecer cuestiones medioambientalistas sobre intereses profesionales y empresariales de agricultores y ganaderos.
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La visión que desde ciertas instancias administrativas se tiene del sector agrario valenciano no casa con su verdadero carácter puntero, emprendedor y claramente exportador. Se tiende muchas veces a suplantar esa realidad con el subterfugio de otros tipos de agricultura, minoritarios, lo que acrecienta la sensación de desamparo de quienes pelean a diario por ganarse la vida con unos costes disparados y unos precios hundidos para sus productos.
La consellera Navarro debe saber desde el primer momento que el campo valenciano está falto de cariño y que a poco que haga para mitigar el desamparo que cunde por todas partes recibirá reconocimientos con creces. Para ello no tendría más que ocuparse en que mejoren aquellas cosas que, siendo de su competencia, no tienen hasta ahora la suficiente atención. Por ejemplo, poniéndose a desarrollar de verdad la ley de Estructuras Agrarias, que con tanto boato se anunció y tan poco lustre ha dado. Luego, resolviendo el gravísimo problema de los daños crecientes de la fauna salvaje, que lastran aún más la maltrecha economía agraria. De igual manera, poniendo en marcha la anunciada Aica valenciana para defender un equilibrio de precios en la cadena agroalimentaria. También se debe actuar con urgencia en el terreno de los costes de riegos, por el encarecimiento energético, lo que implica dar ayudas y acelerar permisos para huertos solares de autoconsumo. Por otra parte, se ha de impulsar la búsqueda de alternativas reales para luchar contra las plagas que no cuentan ya con plaguicidas eficaces.
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