Seguramente cualquiera de los protagonistas que últimamente ha disparado contra el periodismo por acción u omisión estará de acuerdo con el principio universal de que arremeter contra la prensa es arremeter contra la democracia. Esa es la teoría y luego están los hechos. La semana ... pasada Fernando Simón argumentó que la mayoría de la población vacunada con AstraZeneca que se ha decantado por el mismo modelo para su segundo pinchazo es porque: «Se ha utilizado por parte de los lobbies que tienen intereses en un lado y en otro, se ha utilizado por parte de los medios de comunicación. Y los medios de comunicación pueden tener o no una posición editorial determinada, pueden tener un interés u otro, pueden tener incluso patrocinadores determinados». Cabe deducir por sus palabras que quienes prefieren completar su pauta atendiendo al criterio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Agencia Europea del Medicamento (EMA), declinando la recomendación de Sanidad de combinar con Pfizer, lo hacen por un extraño cúmulo de ocultos intereses que «no favorece» que tomen una «decisión clara». Después el Gobierno señaló que ese juicio de su portavoz sanitario no es el juicio del Gobierno al que representa. «Yo creo que él se explicará y espero que se explique bien». Carolina Darias, en Onda Cero, le exigió que rectificase. Y Simón no rectificó hasta ayer: «No es mi intención criticar el trabajo de los medios». La disculpa se acepta aunque llega tarde pero ahora, ¿quién repara el daño por la confusión sembrada?
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El otro día Pablo Casado citó a los medios en Ceuta tras la imputación de Cospedal en el caso 'Kitchen'. Naturalmente los periodistas hicieron preguntas sobre el tema. La reacción de parte del público presente fue insultar a la prensa. El líder de la oposición observó la escena, como espectador de un circo romano, hasta que dijo esto: «Estoy bastante de acuerdo con estos caballeros». Casado dejó que esos 'caballeros' que le aplaudían siguieran increpando a los periodistas que cubrían su rueda de prensa organizada en la calle. El PP explicó luego que no eran militantes sino «ciudadanos anónimos» que se unieron al acto. Por cierto, este formato de convocatoria no es nuevo. Lo ha hecho suyo Vox en los últimos tiempos.
Tanto en el caso de Simón como en el de Casado, la Federación Española de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) ha tenido que recordar que «impedir el libre ejercicio del periodismo es un atropello a la libertad de expresión y al derecho a la información». Como ocurrió cuando Iglesias como vicepresidente del Gobierno propuso «naturalizar» el «insulto» a periodistas, ante las agresiones a informadores en Cataluña o contra los vetos de Vox, la FAPE ha salido, una vez más, a defender a la prensa. Y en el último año, en nuestro país, son demasiadas las veces que esto sucede porque ya van demasiados ataques al mensajero por defender éste, como en la tragedia de Sófocles, que la verdad siempre es el camino más recto.
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