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Autoflagelación popular

BELVEDERE ·

Pablo Salazar

Valencia

Viernes, 18 de febrero 2022, 22:57

Soy muy respetuoso con la práctica religiosa, como no podía ser de otra manera en quien se declara católico. Hay, sin embargo, algunos ritos -afortunadamente ... ya en desuso- que nunca llegué a comprender. Principalmente, el de la autoflagelación como sacrificio que acerca al penitente más a Dios. Incluso lo del «valle de lágrimas» de la Salve siempre me rechinó. Por contra, en el PP son muy de autoflagelarse hasta hacerse sangre en la espalda. Y totalmente partidarios del valle de lágrimas. Sólo así puede entenderse la guerra fratricida y suicida en la que se han embarcado casadistas/teodorianos contra ayusistas y de la que nadie va a salir bien parado. No desde luego Ayuso, porque aunque tenga el favor popular no tiene las riendas de la organización, con lo que su expediente y su probable expulsión conllevarán su previsible pérdida del poder en la Comunidad de Madrid una vez su grupo se rompa. Una cadena de acontecimientos que no tardará en producirse. Pero a su vez, el dúo nada dinámico Pablo y Teo, Teo y Pablo, no sólo es que puede tener los días contados, aunque sean ellos los que manejen las riendas de Génova, sino que como se empeñen pasarán a la historia como los enterradores del principal partido de centro-derecha de España, una formación que en dos etapas (Aznar, 1996-2004, y Rajoy, 2011-2018) ha gobernado a lo largo de quince años, conquistando en algunas elecciones mayorías absolutas y constituyéndose como el gran partido de las clases medias. Pero todo eso es pasado y lo que ahora cuenta es que tras empezar a remontar a partir del desprestigio causado por los casos de corrupción, encadenar victorias en las autonómicas y enfocar el asalto a la Moncloa con un Sánchez debilitado por sus alianzas tóxicas, el partido se enfrasca en un duelo a garrotazos de consecuencias letales para la organización, su credibilidad y sus expectativas electorales. Porque lo que ahora está en juego ya no es que pueda arrebatar el Gobierno al PSOE, posibilidad que empieza a parecer remota, sino que un Vox en ascenso y que se limita a contemplar la desintegración del PP, acabe convirtiéndose en la principal fuerza a la derecha de los socialistas. Y todo por ese vicio de pegarse latigazos en la espalda. En lugar de hacer oposición al Gobierno, con lo fácil que encima se lo ponen, se dedican a pelearse entre ellos, a investigarse, a acusarse, en definitiva, a fustigarse pública e indecorosamente, a airear las vergüenzas y los trapos sucios. ¿Cómo van a ir luego a pedir el voto a los españoles, quién va a creer que puedan de verdad ser una alternativa fiable, cómo va a pensar nadie en ellos al frente de un Gobierno?

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