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Cuando con motivo del 150 aniversario de LAS PROVINCIAS tuve el privilegio de coordinar la edición de la obra 'La huella de 150 valencianos' y la exposición que Felipe VI inauguró en el Centro del Carmen pude repasar la vida de un centenar y medio de personalidades diversas que han destacado en la política, la economía, la cultura, la ciencia o el deporte y llegué a la conclusión de que la biografía más apasionante de todas ellas era sin lugar a dudas la de Vicente Blasco Ibáñez. Personaje genial, excesivo para lo bueno y para lo malo, muy valenciano, adelantado a su tiempo, provocador, irreverente, escritor, político, periodista, empresario, lo que ahora llamamos emprendedor, polemista, conferenciante, viajero, comprometido con su época, con las causas en las que creía, con su tierra y sus gentes, republicano, izquierdista y tal vez populista, Blasco dejó para la posteridad un impresionante legado literario y un peculiar chalé en la Malvarrosa, en donde escribió algunas de sus obras. El inmueble fue reconstruido y acondicionado por el Ayuntamiento como casa-museo del escritor, una de las pocas de sus hijos más ilustres con que cuenta la ciudad. Por contra, la de Sorolla está en Madrid, mal que le pese a su ciudad natal, que desde hace años trata sin éxito de encontrar un espacio museístico para exponer una parte de su obra y captar turistas como ha hecho Málaga con Picasso.

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Blasco Ibáñez es también el nombre de una singular avenida, el antiguo Paseo al Mar, afectada durante décadas por un polémico proyecto urbanístico de prolongación hasta la playa que de haberse ejecutado hubiera arrasado buena parte del barrio del Cabanyal. Empleada como ariete contra la política de la entonces alcaldesa Rita Barberá, la lucha contra la terminación de la avenida Blasco Ibáñez saltó de la esfera local a la nacional cuando se registraron incidentes entre policías y vecinos al intentar éstos parar el derribo de una vivienda, una acción en la que estuvo implicada la hoy vicepresidenta Mónica Oltra. En 2017 se cumplió el ciento cincuenta aniversario del nacimiento del escritor, una efeméride que no fue excesivamente celebrada por una Administración autonómica y local en manos del tripartito y con el área de Cultura bajo control de los nacionalistas de Compromís. Toda la atención que se le dedica a autores menores en valenciano por el simple hecho de escribir en la lengua autóctona fue desinterés y casi desprecio hacia el valenciano más universal del último siglo y medio. Tal vez, algunos cargos de Compromís tan sólo asocien el nombre de Blasco Ibáñez al de una avenida emblemática pero sin saber nada más de él. Lo cual vendría a explicar su pasotismo con su legado. Al fin y al cabo, Blasco nunca fue uno de los suyos.

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