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AYER AÚN TENÍA VEINTE AÑOS

'Hier encore' puede considerarse el himno no oficial de mi melancolía, mi declive y mis amores extraviados

ESTEBAN GONZÁLEZ PONS

Lunes, 8 de octubre 2018, 10:05

Se me conoce sobre todo por ser un romántico empedernido,luego va lo de político. Por eso a nadie extrañará que lleve varios días de luto por Charles Aznavour. Ahora que ya me he hecho muy mayor para tener vergüenza y que mi respetable edad adecenta cualquier gusto musical malentendido por la mayoría, puedo confesar que siendo estudiante llevé en secreto esta debilidad tan mía por las canciones francesas en general y por Aznavour en particular. En las casetes grabadas en la pletina de mi padre que estaban a la vista en el cochecito que tenía de soltero se podía leer escrito con boli: The Cure, The Who o Deep Purple, todas bandas cañeras con que impresionar a las chicas. Sin embargo, si reproducías las cintas lo que en realidad sonaba era 'Que c´est triste Venise', 'La bohème' o 'L'amour et la guerre'. Para sacar a las compañeras de paseo sin riesgo de ser considerado un friki, Supertramp o Pink Floyd. Luego, cuando ellas se bajaban en su portal tras pasar la tarde haciéndome la cobra y ya a solas, me desmelenaba con mi verdadero gusto musical, cantando a voz en grito 'Hier encore' en un estridente dueto con el mismísimo Aznavour, mientras conducía deprisa por la Gran Vía.

Los cantautores españoles y latinoamericanos, que también eran de mi agrado, daban sin embargo para abrirse las venas o dormir a las ovejas; me forzaban a mirarme por dentro y hacerme preguntas llenas de compromiso social, vale, aunque simultáneamente me quitaban las ganas de ligar y meter mano. ¿Alguien alguna vez antes de ducharse ha imitado desnudo frente el espejo del baño a Serrat o Pablo Milanés? Nadie, claro. Los franceses en cambio tienen ese algo incorregible que sin restarles trascendencia los hace bailables. No en vano los mejores besos se dan en francés. Y los más atrevidos también.

Desde aquella época lejana, 'Hier encore' puede considerarse el himno no oficial de mi melancolía, mi declive y mis amores extraviados. Cuando la nostalgia se apodera de mi ánimo, lo que sucede con más frecuencia de lo que dicen mis biógrafos, me encajo los auriculares y cerrando los ojos interpreto el tema como si relatase mi historia personal. Todos hemos sido jóvenes, amados, libres y hemos corrido más que el tiempo. Todos hemos tenido una muchacha sonriendo a quien retratar sin ropa en una buhardilla de nuestro París particular. Y hemos visto desaparecer las librerías de nuestra juventud, sustituidas por locutorios, hoteles boutique u otra panadería cafetería.

Aznavour fue mi profesor de amor, ayer cuando aún tenía veinte años. Le debo un estilo morcillón de seducir y de no dar jamás una antigua novia por perdida. Ha sido morirse y darme cuenta de lo hermosa que fue mi bohemia, mi hambre, mi poesía, mis amigos y mi primera vez. ¿Dónde estarán ahora mis veinte años? Pues donde alguien ponga uno de sus discos y suene su música, seguro.

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