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HÉCTOR ESTEBAN
Viernes, 15 de diciembre 2017, 12:22
Mateo Alemany dio ayer un baño de realidad a la situación del Valencia Club de Fútbol. El director general (oficial) y director deportivo (oficioso) no titubeó a la hora de afirmar que el club tiene la necesidad de vender jugadores. Este periódico, el mismo día en el que las cuentas del Valencia se pusieron a disposición de los accionistas, ya advirtió de que la hoja de ruta pasaría por decir adiós a uno o más de los futbolistas franquicia de la plantilla de Marcelino. Las enormes pérdidas obligan a buscar ingresos por la vía más segura y en las últimas temporadas, sin Liga de Campeones y sin lo esperado en los derechos de televisión, la realidad te ha convertido en un club vendedor. Antes de dimitir, Layhoon Chan reconocía en privado que habían acertado con la elección del director general. No por su trayectoria, que era evidente, sino por el envoltorio. Alemany tiene ese punto canalla. El mismo que tenía Amadeo Salvo pero en el extremo contrario. El balear, con el nudo de la corbata relajado, el pelo cuidadamente descuidado, la barba de tres días y el verso lánguido, es ese perfil ambiguo de perdedor ganador que encadila. Y en ese papel, Alemany se mueve tan bien que sus razones ahora mismo son palabra divina. Y como quien no quiere la cosa, ayer el ejecutivo número uno por debajo del presidente apuntó que ya veremos si se ficha en invierno y que para encontrar dinerito habrá que ponerle un lazo a más de un jugador. Y si todo va bien, se venderá a los prescindibles revalorizados. Y si las cosas van menos bien, pues habrá que colgar la etiqueta de transferible a los presuntos intocables. Porque aquí el problema es que el elegido, que era Joao Cancelo a cambio de 40 millones, no termina de arrancar en el Inter y habrá que activa un plan B llámese Zaza, Rodrigo, Parejo o Soler. O algún combinado con futbolistas con mercado como pueden ser Garay y alguno más con el fin de equilibrar el balance. Ese es el discurso de Alemany, el del Valencia Club de Fútbol, que es aceptado por la parroquia valencianista, con un verbo en el que el continente calma el contenido. Ayer el director general apuntó que el Valencia va a vender jugadores y que la contratación de Guedes es ahora mismo es un capítulo de ciencia ficción. Y no pasa nada. Si en otro tiempo el mismo argumento se hubiera verbalizado por alguna otra persona de Meriton el incendio estaba asegurado. Alemany tiene esa virtud y de ella se aprovecha Peter Lim. El balera en su bombero particular. Recuerdo que en la última junta de accionistas, días después del presunto editorial escrito con tinta de gasolina, muchos apuntaron que la intervención del director general nada tuvo que ver con la del presidente, Anil Murthy. La virtud de Alemany es moverse con con tino entre bambalinas.
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