Directo Sigue el minuto a minuto del superdomingo fallero

La Guardia Civil ha intervenido 20 toneladas de naranjas de Egipto por estar tratadas con el insecticida clorpirifos, prohibido en la UE desde 2020, como ... saben los citricultores valencianos, que no pueden usarlo (ni tampoco el metil clorpirifos) contra la dañina plaga del 'cotonet' de Sudáfrica. La operación ha sido realizada en colaboración con el Servicio de Salud Pública de la Generalitat Valenciana y afecta a empresas de Valencia, Alicante, Castellón, Murcia y Barcelona, con siete personas investigadas por delitos contra la salud pública, falsedad documental, contra el comercio y los consumidores y por constitución de grupo criminal.

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Lo que más ha llamado la atención de esta noticia en el sector citrícola valenciano es que fuera siguen utilizando plaguicidas prohibidos aquí, lo que constituye una fuente continua de agravios, puesto que, ante la virulencia de la plaga del 'cotonet' y la ausencia de productos eficaces para evitar las pérdidas que causa, las autoridades deniegan las peticiones para que se vuelvan a autorizar provisionalmente sustancias químicas que otros tienen permitidas. Nadie se quejaría si esas naranjas no se vendieran aquí, porque la UE no cesa de prohibir plaguicidas y anuncia más restricciones a los agricultores propios, pero, a menudo, otros que usan lo prohibido acuden cada vez más al mismo mercado sin problemas. O cabe que empiecen a operarse cambios, como vemos en dicha noticia. Sin embargo, mientras llegue a ser sistemática la necesaria vigilancia fitosanitaria en fronteras, que depende de sensibilidades políticas, hay otro aspecto más preocupante que afecta a la parte comercial: saber qué incentiva que se importen naranjas de Egipto, o de cualquier otro país, en la región productora de mayor concentración del mundo para venta en fresco, justo en plena campaña y cuando aquí el mercado está completamente deteriorado, con mucha producción sin precio y buena parte perdiéndose en los campos, sin compradores ni ganas de nada.

Porque, no nos engañemos, la vertiente fitosanitaria pasará; cuando los importadores vean que se va cerrando el círculo y ya no se deje entrar ninguna producción con plaguicidas prohibidos, trasladarán los requisitos a sus proveedores, que se amoldarán a las nuevas circunstancias. Pero lo que inquieta de verdad, porque no tiene explicación razonable y quedará para el futuro, es lo otro: ¿Cómo es posible que haya interés en traer naranjas de Egipto cuando aquí se regalan a espuertas? Y no será porque sean más baratas. ¿Qué es más barato que cero? ¿O es que al otro lado del mar en vez de cobrar le pagan a quien se las lleva y el barco sale gratis?

¿Cómo explicar que donde se regalan naranjas a espuertas aún haya interés por traerlas de Egipto?

¿Cabrá actuar o que siga la música?

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