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Lo siento pero mi paciencia se ha agotado. Como valencianista asumo el sufrimiento que esto conlleva y lo llevo con orgullo, pero todo tiene un límite. Después de los partidos contra Eibar y Villarreal sentí vergüenza y lo digo en voz baja porque en el fondo no me gusta decir esto del equipo de mi alma. Pero no encuentro otra palabra que defina mejor mi sensación y la de miles de valencianistas. Y no por el VAR, que también, sino por la actitud de los jugadores y del entrenador. Decía Parejo tras el partido contra el Eibar a través de las redes sociales que, por cierto, es la única vía de comunicación que utilizan jugadores y club para estar en contacto con los aficionados, que «de las situaciones difíciles se sale con carácter, profesionalidad, solidaridad y compañerismo. Pero, sobre todo, se sale unidos. Ahora más que nunca tenemos que ser un equipo y pelear hasta el final por el escudo y por lograr un objetivo complicado, pero no imposible». Parece que sus palabras eran sólo postureo en un intento de calmar a la afición, porque la historia se ha repetido agrandando la herida. Yo le diría a nuestro capitán que ese carácter y profesionalidad no sólo son exigibles en situaciones difíciles, que ese escudo obliga a luchar siempre. Sólo cuando las cosas van mal apelan a la unidad y al compromiso como si en las buenas no fuesen necesarios. No nos pidáis a nosotros que nos subamos al carro del que nunca nos hemos bajado, nunca en 100 años de historia. Que no nos den lecciones de solidaridad y unión, a los valencianistas ni una. Y de paciencia menos. El mal ambiente que reina en el vestuario unido a los malos resultados hace que la situación sea insostenible. Se avecina un verano movido y una temporada otra vez de transición. Sin jugar en Europa muchos querrán abandonar el barco. Y estamos hartos. Cansados de los caprichos del amo que destruyó un proyecto que funcionaba pero, sobre todo, cansados de ver al equipo hacer el ridículo en cada partido. El partido del Villarreal lo vimos en familia y en la segunda parte algunos preferimos ir a la piscina o jugar al ping pong, antes que aguantar el bochorno de un equipo sin alma. Esto es lo que han conseguido. Los jugadores le hacen la cama al entrenador y yo les digo que lo que están haciendo con su actitud es mucho daño al valencianismo. Es hora de alzar nuestra voz, más fuerte que nunca, para defender lo nuestro, porque el Valencia Club de Fútbol, aunque le pese a algunos, es de los valencianistas. El club deberá replantearse las opciones de renovación de los pases. Sin Europa el club pierde, pero nosotros también. Y acabo agradeciendo a Voro que siempre esté cuando se le necesita.
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