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Irremediable y carne de meme pero si pudiéramos poner una banda sonora a la caminata Biden-Sánchez ganaría por aclamación la cantinela de la película ' ... Bienvenido Mr Marshall'. Previsible pero acertada. ¡Es que casi pasa de largo Mr Biden!. Sin pretenderlo al observar la escena te viene la canción a la mente: «Os recibimos americanos con alegría, olé mi madre, olé mi suegra y olé mi tía, americanos vienen a España gordos y sanos, viva el tronío y viva un pueblo con poderío...» y al compás tachan, tachan, tachan.

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Juntos Biden y Sánchez han hecho un acertado guiño al mítico director valenciano del que también celebramos este año el centenario de su nacimiento. No son Pepe Isbert y Manolo Morán pero sí protagonizan este inesperado remake como réplica contemporánea y en Bruselas de los fotogramas grabados hace más de 70 años por Berlanga en Guadalix de la Sierra. ¡Con un montón de actores de reparto en las dos escenas!

El lenguaje de los gestos del fugaz encuentro no puede ser más elocuente. La actitud de Biden roza la indiferencia y parece prestar más atención a las indicaciones del camino a seguir realizadas por miembros de la comitiva que a la conversación sostenida estoicamente por un Pedro Sánchez algo desubicado. Las mascarillas tampoco contribuyen a facilitar pistas sobre la sintonía de la sutil cita. Pero ya puestos podía haber aparentado algo de interés el americano parando un instante a escuchar el monólogo de su homólogo español. Cosas de presidentes no sé. La actitud indolente de Biden te conduce a sentir empatía con un Sánchez que aparenta, por primera vez, estar descolocado. El recuerdo de esta desastrosa imagen de segundos le acompañará siempre. Y eso que llegó a Bruselas victorioso tras lograr que su candidato, Juan Espadas, se impusiera a Susana Diaz en las primarias del PSOE andaluz.

Poco tiempo ha podido disfrutar de las mieles del éxito. Y es que lo que se había anunciado previamente como un encuentro bilateral de los dos gobiernos se ha traducido en un trago amargo para nuestro presidente. Falta despejar la responsabilidad sobre el fracasado encuentro, que apenas supera la categoría de selfie pero, ya sean los estrategas de la Moncloa o del equipo del Ministerio de Gonzalez Laya, lo cierto es que han generado un problema innecesario en forma de sonoro fracaso diplomático al no cumplir las expectativas generadas. «Como alcalde vuestro que soy, os debo una explicación», otro momento cumbre la película de Berlanga, bien podría inspirar la respuesta frente al evidente fiasco y no alimentándolo como parecen haber optado.

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País de contrastes y extremos el nuestro capaz de protagonizar la cuestionada cumbre de las Azores con la escena de íntima amistad de José María Aznar y George W Bush con los pies en la mesa fumándose un puro y al expresidente Zapatero manteniéndose sentado al paso de la bandera americana un gesto que, probablemente hoy, seguimos pagando todos los españoles.

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