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La dirección del Bloc, partido mayoritario en Compromís, refrendó este fin de semana las propuestas del comité organizador del Congreso de junio... pero una parte de su militancia puso cara de pena. Una parte superior al tercio. No es un porcentaje menor teniendo en cuenta cómo están las cosas para el Bloc. En su larga vida con distintos y variados nombres, los nacionalistas valencianos jamás contaron con la visibilidad y el poder actual. Ni de lejos ni de cerca. El único diputado de la coalición, suyo. Joan Baldoví es conocido mediáticamente como no lo logró ningún parlamentario valenciano desde González Lizondo. Porque a eso va Baldoví, esa es su faena y la hace bien. Un presidente de Les Corts, suyo, y el síndic de Compromís en el parlamento valenciano, también de su cosecha. Enric Morera está tan encajado en el sillón presidencial que hasta las señorías de Vox le ven ahí como si nunca hubiera estado en otro lado. Y disponen de dos consellers en el Gobierno valenciano, uno de ellos, además, ejerciendo las competencias de Educación, regando la semillita de los futuros valencianos, total nada. ¿Y entonces?
Si hace un año nos cuentan esta movida de coronavirus que hemos vivido no nos lo hubiéramos creído, pero si hace una década le dicen al Bloc que iba a estar donde está, aún lo fliparían más. ¿Y entonces?
Pues entonces resulta que cuando el Consell Nacional vota cómo se desarrollará su próximo congreso, el asunto de la representación por delegados recibe un respaldo del 60%. ¿Y el otro 40%? Pues no les gusta. Rondan los 3.000 y no se fían de la representación delegada ni en plena pandemia. Preparan el evento con ganas de que el Bloc trascienda de sí mismo e impregne al resto de Compromís, y acaban sin poder dar cabida a esos medio primos de la coalición y con más de un tercio del partido de morros. ¿Cómo es posible que, con tales condiciones, no cuaje un evento para dar realce a Marzà, que lo piropea hasta el PP y lleva cinco años en una conselleria que es una trituradora de carreras políticas, pero en la que él se mantiene tan impoluto que ni se da por aludido con la polémica de las vacaciones de Fallas para sus docentes? Algo pasa. Parecen atrapados en la frase de Carlo Dossi: «La mitad de la vida es deseo y la otra mitad insatisfacción». La corriente crítica del Bloc se hace eco de una noticia sobre el congreso que publicó ayer este diario, y los militantes encadenan insultos al periódico y reproches entre ellos. No les da la vida para disfrutar de su vida y saber qué quieren hacer con ella. O sufren de insatisfacción crónica o temen que alguien aprovecha que todo cambia para que todo siga igual.
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