Entre un bocata de calamares y un Erasmus
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No todo el mundo tiene la capacidad de aplicar el refrán de que allá donde fueres haz lo que vieres. Baldoví, sí. Lleva 11 años ... en Madrid. Se dice pronto. Pero ha tenido tiempo para aclimatarse a las prisas de la capital. Es por la costumbre de esos ritmos de la Villa y Corte que se entiende que el diputado de Compromís haya esperado apenas diez días, diez, a postularse como candidato a suceder a Mónica Oltra. Diez días, díez, después de que la exvicepresidenta declarase ante el juez. Ni en los sueños más optimistas de la exconsellera (y se trata de una mujer muy optimista) podía imaginar que tras comparecer ante la justicia fuera absuelta de lo suyo antes de diez días, diez. Suficientes, incluso muchos, le han debido parecer a Baldoví, que ya ha levantado la manita para ocupar la vacante. Esto ocurre porque cuando uno pasa por la calle Postas, allí en Madrid, y entra en cualquiera de los locales con fotos de bocadillos con mucho rebozado dentro, nada más cruzar la puerta el camarero te somete con la mirada a un marcaje férreo, y no llegaste a la barra y ya te preguntan: «¿qué va a ser? ¿y de beber?». Esas velocidades acaban prendiéndose al cuerpo como el olor de la fritanga. O quizá es que Baldoví pensó que Oltra iba a un juicio por una infracción de tráfico, de esos que se resuelven de un día para otro. Por eso, al pasar diez días, diez, ya salió a decirse candidato a ser candidato.
O quizá ha pasado como con las relaciones sentimentales que atraviesan un Erasmus. Es bien sabido que a los 20 años, un año fuera, es complicado para preservar ciertas convenciones vinculadas a la pareja. Lo de la fidelidad, vaya. Así, por muchas promesas y lloros y penas que se manifiesten a la hora de la despedida, tanto el que se va como el que se queda ya se está haciendo a la idea desde hace tiempo que, bueno, pues quizá un diamante es para siempre, pero pocas cosas más lo son. Es posible, y sólo digo posible, que cuando todos, pero todos los dirigentes de Compromís lamentaban la dimisión de Oltra y aseguraban que la esperarían, que sí que sí, algunos ya tenían calculado en su fuero interno los plazos judiciales, y sabiendo que la justicia sigue siendo tan lenta como en el siglo XIX y que no parece que haya mucha intención de acelerar la instrucción, pues bueno, ya cada uno tenía su hoja de ruta marcada. No es casual que este periódico publicase un 22 de junio que Mas sucedería a Oltra en el Consell y Baldoví, en la cabecera de cartel electoral. Lo de la nueva vicepresidenta se confirmó horas después y lo del diputado, ahora. En las cosas de la política pasa como con los bocatas de calamares, que se repiten mucho. Reglotan.
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