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BODEGA CASA MONTAÑA

Mª ÁNGELES ARAZO

Miércoles, 13 de noviembre 2019, 08:22

Fue una barraca en la que se vendía de todo: vino, aceite, cuerdas, bacalao, sardinas saladas y tocino; una barraca del Cabanyal a la que acudían marineros y portuarios para pedir de buena mañana el 'mesclaet', sabia combinación de coñac y mistela, o anís y mistela, según el gusto. Por la noche, la familia limpiaba las medidas de latón con ceniza y un estropajo para dejarlas doradas y brillantes sobre la mesa de madera, que años más tarde sería mostrador de mármol.

La barraca, tienda de lo humilde y doméstico, dio origen a la Bodega Casa Montaña, que se inauguró en 1836, ostentando como nombre el apodo que en el poblado daban a los Omedes. Durante décadas y décadas, además de los hombres que bebían la copa para marchar con el estómago caliente al trabajo, o cuando volvían de él, para olvidar el mísero jornal ganado, formaban clientela asidua las mujeres que pedían el aceite justo para la semana y el vino de cada día, muchas veces con el ruego de que lo anotaran para abonarlo el sábado.

En la bodega siempre se fió al vecindario sentido como amigo, se escribían las deudas con lápiz de punta chata, en libreta de hojas rayadas y una cruz indicaba que se había pagado.

La bodega se fue enriqueciendo con toneles de roble americano, que conservaban en su panza vinos y licores y la gente dejó de comprar el aceite de la semana y el vino para mezclarlo con gaseosa. Lentamente se mejoraba aunque el ambiente seguía siendo humano y acogedor; condiciones que han mantenido los sucesivos dueños. Se respetaron los espejos grabados con letras doradas, como el que anunciaba 'Tienda de Vinos Rogelio Omedes'. Una docena de grandes barriles formaron guardia a la entrada; y detrás del mostrador docena y media de toneles, entre medianos y chicos cubren las paredes.

Hoy, convertido en restaurante de moda, es lugar de culto gastronómico y enológico de obligada cita. Emiliano García y su familia han sabido renovar la Bodega Casa Montaña y modernizar su oferta, pero respetando la decoración tradicional, lo que le da un sabor especial.

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