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Entre que era lunes y que el frío mañanero te mantenía las meninges congeladas, no sé yo si terminé de entender al president Puig del todo. Parece ser que existe un plan, o un planete, o un planazo, o un lo que sea para que ... el pitorreo de la infrafinanciación y otros males que nos empitonan se corrijan de una vez. Parece ser que se abre ante nuestros ojos un horizonte de refulgente futuro, pero como uno viene del punk recuerda el «no future» y por eso no acabo de fiarme. ¿Seguirá la factoría Ford en esta tierra? Y entonces el president nos contaba la historia de ese empresón en nuestra Comunitat y los fuertes lazos que nos unen y blablabla... Y todas las respuestas en ese plan. También creo que me quedó claro que adora los impuestos que nos succionan los ahorros de nuestros bolsillos. Olvídense, pues, de unas rebajas como las de Madrid. A ratos le veía al president como ese aire triste que mana desde la faz del preso que arrastra una pesada bola de hierro encadenada contra su tobillo. El boloncho se llama Mònica Oltra y de ese lastre casi no se habló. Lástima.
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