
La bomba sanitaria
PLAZA REDONDA ·
La situación de la Sanidad será alarmante en años si no se acuerda una hoja de ruta que revierta su deterioroSecciones
Servicios
Destacamos
PLAZA REDONDA ·
La situación de la Sanidad será alarmante en años si no se acuerda una hoja de ruta que revierta su deterioroCuando el conseller Miguel Mínguez cogió el relevo de la cartera de Sanidad ya sabía a dónde se metía. Quizá por eso le costó ... tanto decidirse. Y quizá por eso, ahora, se enfrenta a la realidad de la sanidad valenciana con cierta resignación. Su principal escudo ante ello es, eso sí, el prestigio y el respeto que se le tiene en la profesión, algo que seguro Ximo Puig lo valoró en su momento. No en vano, es uno de los mejores especialistas en medicina digestiva y ha sufrido los males de la precariedad en sus propias carnes. De hecho, ha sido (entre otras cosas) jefe de servicio de su especialidad en el Hospital Clínico, un centro que ha padecido lo suyo en cuestiones de saturación y deterioro. Como otros tantos. La mejor muestra de ello es la realidad que hemos ido desgranando estos días: un aumento de las atenciones en Urgencias de hasta el 40 por ciento, esperas de 22 horas para conseguir cama en el General; las UCI al completo en La Fe; el Peset, sin sillas de ruedas para sus enfermos porque están todas ocupadas; los trabajadores del Hospital de La Ribera manifestándose por sus horarios; las listas de espera agrandándose; la citas para los centros de salud eternizándose... Situaciones que prácticamente afectan a todas las áreas e infraestructuras de la sanidad pública valenciana, pero que es un mal que padece prácticamente todo el mapa sanitario del país. Muestra de ello son las convocatorias de huelgas médicas que se anuncian en varias comunidades.
Debemos reconocer, en cualquier caso, que es algo que desgraciadamente ocurre de forma cíclica en invierno; periodo en el que inciden factores desastrosos para la salud en forma de virus y gripes. Pero que sea un mal generalizado y cíclico no debe servir de excusa para minusvalorarlo. Entre otras cosas, porque es preocupante que ningún gobierno haya tenido la capacidad de revertir la situación. A veces, incluso, propiciando lo contrario: empeorarla.
En esta coyuntura es elogiable que los médicos, que habían convocado huelga para la próxima semana en la Comunitat, hayan tenido la sensibilidad y profesionalidad suficiente como para aplazarla y evitar que su protesta provocara situaciones desesperantes entre los pacientes y un mayor colapso. Es de agradecer su actitud y que sigan practicando una enorme entrega.
Sin embargo, la luz roja que ahora tenemos encendida no podemos aislarla de la realidad general que vive nuestra Sanidad, tanto en sus infraestructuras como en el flagrante déficit de personal. Una realidad precaria para afrontar un futuro que se dibuja inquietante. Primero, porque el propio estallido de un virus como el Covid, que nos puso ante el espejo, ha demostrado lo vulnerables que somos y cómo siguen latentes los riesgos de contagios globales. Segundo, porque entramos en una década en la que el envejecimiento de la población, entrando en la edad de jubilación esa populosa generación que se denominó 'baby boomers', nos hace sospechar que las necesidades de atención sanitaria se van a disparar de forma alarmante. Tercero, porque la situación precaria del propio personal sanitario hace que, aquellos a los que formamos en nuestras universidades, acaben huyendo a otros países a trabajar porque no quieren ser maltratados aquí. Y cuarto, porque la deficiente red de infraestructuras entorpece la labor del personal sanitario y no se están planificando situaciones para evitarlo, más allá de la esperada ampliación del Clínico o la activación de la antigua Fe.
Es una realidad desmoralizante que no se revierte con planes de choque puntuales y promesas encadenadas. Sólo un proyecto integral que sea ambicioso, absolutamente consensuado con los especialistas y pactado con todo el espectro político puede desatascar esta situación de la sanidad pública y garantizar su ejecución. Algo que, evidentemente, pasa porque la Comunitat reciba la financiación que merece y necesita, precisamente, para atender estas emergencias de hoy pero sobre todo de mañana. La política sanitaria de Puig debe dejar de estar basada en apaños puntuales. Debe ir a más, aunque estemos en descuento electoral. El conseller es dialogante y eso es lo que hace falta para lograr ese pacto global. Tender puentes para evitar que un anciano esté 22 horas en la puerta de un hospital esperando una cama para ingresar.
Es domingo, 15 de enero. Ya que estamos con médicos, una de Noah Gordon: «Uno puede vivir junto al mar y no amar a los tiburones».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.