Secciones
Servicios
Destacamos
Lo de quedar en grupos para beber alcohol en la calle se está desbocando. Noches de macrobotellón que derivan en noches de cristales rotos y con la policía desbordada. «La ciudad se nos escapa de las manos». Jordi Coronas, portavoz de ERC en el Ayuntamiento ... de Barcelona, lo definía así hace días al reprender a Ada Colau por lo ocurrido durante 'La Mercè' donde hubo concentraciones de decenas de miles de jóvenes que terminaron con actos vandálicos, saqueos y enfrentamientos. Empieza a generarse un serio problema de inseguridad en Barcelona. También en Madrid, donde el pasado fin de semana se repitió otro desmadre. Hubo incluso barricadas destrozando, además, coches y mobiliario urbano cuando la policía trataba de dispersarlos. En Bilbao o Sevilla se reproducen similares escenas. En este mapa de los 'botellódromos' València toma posición. «Así no se puede vivir». Los vecinos de plaza Honduras o Marxalenes podrían escribir una tesis doctoral sobre las consecuencias del botellón. Las molestias que sufren son continuas: ruidos, aglomeraciones, suciedad... Reivindican ante Joan Ribó algo tan legítimo como su derecho al descanso y el alcalde fía todo eso a una nueva Ordenanza de Convivencia que sigue siendo un borrador al que le queda largo recorrido.
Cualquiera coincidirá en que poner coto al botellón no es fácil. Hay raíces en la educación, en el efecto rebaño que provoca el alcohol y en el agente potenciador de las redes sociales. También una necesidad de 'liberarse' tras la 'asfixia' que a la mayoría de jóvenes les produjo el confinamiento. Pero hace décadas que se originó este fenómeno, que por cierto es 100% 'made in Spain', y entonces no había ni 'smartphones' ni pandemia. Sucedía que no todos podían pagarse una noche de copas en un local de ocio. Basta con preguntar al azar a dos o tres jóvenes para que te cuenten que con la mitad de la entrada y una consumición de una discoteca pueden pasar la noche de fiesta al aire libre. Y eso, sin ánimo de demonizar a sector alguno, no ha cambiado tras la desescalada. Como tampoco lo ha hecho la voluntad política para lograr una legislación única. Lo único que existe al respecto es una estipulación de infracción leve en la ley Orgánica 4/2015, de 30 de marzo, sobre seguridad ciudadana. Dado el vacío jurídico, la mayoría de autonomías y municipios ha implementado por su cuenta normas y multas para prohibir el alcohol en la calle.
Aquí como en tantas otras cuestiones, se echa de menos un Parlamento como Fuente Ovejuna. En una sociedad tan desmoralizada como la actual no se puede dejar que el autodominio que promulgaba Sócrates gestione el orden público. Porque los policías y los jueces no aplican ideales filosóficos sino leyes.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.