Urgente Lluvia de premios en La Primitiva hoy: más de 193.280 euros entre diez jugadores este sábado

Enciendo la televisión y pasan un rótulo que dice: «Una famosa vende sus bragas usadas por 600 € ¡Vamos a dar su nombre! A continuación». Fue este domingo en Telecinco a la hora de la comida, en un momento en el que buscaba con niños menores un canal de televisión. En los tiempos que corren, el internet, los contenidos de usar y tirar, el consumo inmediato de «lo veo-lo quiero», uno se acostumbra a gestionar toda una invasión de contenidos cuya finalidad es el 'click' a cualquier precio: noticias, fakes, sexo, publicidad y un largo etcétera. Es la era digital con sus pros y sus contras, pero con la certeza de saber que, por ahora, puedes darle al botón cuando quieras para apagarlo o cambiarlo.

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La clase política tampoco se libra del daño psicológico que está causando la pandemia. Los nominados para gobernar venían flojos de serie, pero el primer aniversario del coronavirus ha sido determinante para ver cómo gran parte del estamento político de nuestro país convulsiona y entra en la UCI. Creo firmemente que no tenemos lo que nos merecemos pese a que muchos opinen lo contrario. Aceptamos la regla de que tras elecciones no hay posibilidad de cambio tras un período de cuatro años máximo, pero si se traspasa el límite de llevar el país a la ruina absoluta debiera existir alternativa. Los casi seis millones de parados han asumido sin opción y con dignidad las consecuencias de la pandemia, así como la peor gestión política de entre todos los países de la UE. En mitad de esta grave crisis, el ministro de Sanidad abandona su responsabilidad para irse de elecciones. La líder de Ciudadanos se dispara un tiro en la rodilla al presentar una moción de censura en el gobierno de Murcia, desencadenando elecciones anticipadas en Madrid. Remata en este capítulo de Netflix, el vicepresidente Iglesias que dice que se va porque se presenta a los comicios madrileños. Esto no es lo que nos merecemos, ni lo que nos representa.

Italia ha asumido la incapacidad de sus políticos y ha hecho un ejercicio de humildad/practicidad, colocando de nuevo un gobierno tecnócrata encabezado por Mario Draghi, expresidente del BCE, para afrontar la crisis de su país. A nosotros, en esta crisis institucional, solo nos queda ver cómo van crujiendo las estructuras que soportan el país y esperar elecciones. No tenemos opción de cambiarles o apagarlos porque se saben impunes en su mundo de Matrix. Tenemos unos políticos que no nos merecemos, pero duele más saber que además poseen el mando de la maldita televisión.

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