Brocha gorda
VIVENCIAS GRANOTAS ·
JOSÉ MARTÍ
Martes, 22 de diciembre 2020, 07:44
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VIVENCIAS GRANOTAS ·
JOSÉ MARTÍ
Martes, 22 de diciembre 2020, 07:44
Acaba de celebrarse la junta de accionistas del Levante. La mayoría de aficionados granotas (y de clubes 'normales') suelen prestar poca atención a cuestiones societarias y económicas de la entidad... mientras todo marche medianamente bien. Lo que preocupa es contar con un equipo competitivo. Interesa el fútbol, la clasificación, no el negocio. Ganar esta tarde al Huesca para tener tranquilidad. Mientras la pelota entre en la portería, lo demás importa poco. Miren si no a nuestros vecinos. Ha sido desmantelarse su plantilla y empezar a alarmarse de veras por el futuro de una entidad en quiebra e insalvable económicamente desde hace años. Mientras ganaban la Copa en Sevilla se olvidaban de la gestión de su propietario asiático.
En los líos del dinero de los clubes nos ocurre como a uno de los personajes de 'El Peregrino secreto', novela del recientemente fallecido Le Carré, cuando le pedía a otro: «Téngame informado, pero no muy informado». Mientras el barco navegue a buen ritmo, queremos saber lo justo. «No hace falta que nos pongan en copia de todos los emails», venimos a decir. ¿Cuántos granotas han conseguido leer las 81 páginas de la auditoría? Ni falta que hace. En realidad ese escaso interés es una ventaja para quienes tienen que rendir cuentas. Solventan la papeleta con la brocha gorda sin necesidad de afinar con el pincel fino. Y, si no, siempre puedes utilizar la pandemia como excusa, la convocas a puerta cerrada como hizo Anil Murthy y a otra cosa.
Es cuestión de confianza, como casi todo en la vida. En el Levante hay un problema con el excesivo salario de sus jugadores (40 millones de euros más otros 11 para amortización de fichajes). Además, debe ingresar 16,5 millones con la venta de jugadores en 2021, en plena crisis covid. Pero si quien está al mando de la nave te dice que son 'riesgos controlados', confías ciegamente en que así será y ya está. Poco importa que exista un cierto alejamiento de la grada, como si molestase la participación de sus aficionados-accionistas en un coto cada vez más cerrado. Es lo que tiene estar tantos años al frente de la entidad, con una gestión exitosa: puedes terminar aislándote. Sabes lo que funciona, lo que da error y no pierdes el tiempo con cuestiones menores. A esto se añaden las consecuencias del covid que ha venido a demostrar que ni siquiera hacen falta gradas, solo la televisión y su espectáculo. Bienvenidos al fútbol moderno, con Florentino Pérez como paradigma. Intentar seguir viendo el fútbol como algo puro, en manos de los jugadores y de la suerte resulta, a estas alturas, ingenuo. No nos queda otra que seguir confiando. O no.
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