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El bucle del 'procés'

La sombra del expresident huido en Bélgica no se proyectará tan alargada en esta nueva etapa

Martes, 25 de mayo 2021, 01:21

El desafío soberanista vuelve a la casilla de salida. O al menos es lo que se deduce de la impronta del nuevo president de la Generalitat: «Presento mi candidatura para culminar la independencia de Cataluña». En su discurso como candidato, aclaró que ése va a ... ser el objetivo al cual va a supeditar todo lo demás. Entiéndase por todo lo demás la gestión de la pandemia -una urgente prioridad-, el paro juvenil, la precariedad laboral o el acceso a la vivienda por citar algunos problemas por resolver. ERC y JxCat han vuelto a hacer gala del juego que practican desde hace años tras cada convocatoria con las urnas: llevar al límite el plazo legal para formar gobierno, casi al borde de la repetición electoral, para tratar de desgastar al enemigo con el que están condenados a entenderse para seguir en el poder. En esta partida, los republicanos y los neoconvergentes han intercambiado el cromo más importante. Pere Aragonès ha alcanzado casi por descarte el sueño ambicionado por su mentor, Oriol Junqueras. El delfín no quiere ser un vicario de Junqueras como Torra lo fue de Puigdemont. La sombra del expresident huido en Bélgica no se proyectará tan alargada en esta nueva etapa. Pese a que ha conseguido atraer para JxCat consellerias clave, su flamante proyecto del Consell per la República está naufragando hacia la irrelevancia. La investidura de Aragonès se ha producido porque tanto ERC como JxCat se han echado, de nuevo, en los brazos de la CUP. Y, de nuevo, la CUP va a tener en sus manos el botón nuclear del destino del Govern: hacia unos nuevos comicios o hacia la reedición del choque contra la legalidad de 2017. «Aviso a navegantes, nuestros nueve votos no son un cheque en blanco». Esos nueve votos están condicionados a la moción de confianza que le exigen en dos años. Si para entonces la 'confrontación' para 'desbordar' al Estado no está cerca de materializarse, lo dejarán caer. Es decir que seis años después de poner fin a la carrera política de Artur Mas, las amenazas de la CUP siguen coaccionando a la Generalitat. Aunque los círculos independentistas dan por hecho que la legislatura caducará antes de 2025, se busca renovar el relato separatista.

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