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Un buen desayuno

Belvedere ·

Pablo Salazar

Valencia

Sábado, 29 de diciembre 2018, 12:53

En lo que se ha convertido en uno de los best sellers del año, '12 reglas para vivir', Jordan B. Peterson relata un consejo que da a los pacientes con síntomas de depresión que se acercan a su consulta profesional: un buen desayuno, abundante en grasas, para salir de casa bien alimentado. Él es canadiense y en la cultura anglosajona es común ese manera de empezar el día, lo hemos visto multitud de veces en películas y en series de televisión. Los huevos fritos o revueltos, el tocino o las salchichas, todo ello junto con el café con leche, las tostadas, tal vez unas tortitas, la fruta o el zumo para acabar. Podríamos decir que es su comida fuerte del día, porque lo que en España llamamos comida (nada de almuerzo, que al menos en Valencia es –quien puede hacerlo– el bocadillo a media mañana) en su caso es un paréntesis breve para tomar un sandwich, una hamburguesa, un perrito caliente... Nosotros, los españoles, no estamos acostumbrados a levantarnos y meternos entre pecho y espalda un plato de huevos revueltos con beicon. Lo nuestro es más frugal, hay quien apenas sale de casa con un café en el estómago, muy poca cosa para enfrentarse a los vaivenes y la velocidad de vértigo de la vida actual. Lo habitual, unas magdalenas o algo de bollería con el café con leche o la leche con cacao, aunque también es muy típico el recurso a las tostadas, un magnífico invento que además sirve para aprovechar el pan que ha sobrado del día anterior. Preparadas bien con mantequilla y mermelada (en mi caso, de fresa) o bien con aceite de oliva y sal es una estupenda manera de saludar un nuevo día. Y el fin de semana, con más tiempo, llega el momento de elaborarlas con calma, de rallar un tomate de pera (tiene que estar maduro) y de sacar de la nevera el jamón serrano (a no ser que uno tenga en casa una pata para cortar) y degustar con tranquilidad esa maravilla. Y a continuación, por supuesto, un buen zumo de naranja, que para eso estamos en Valencia y hay que hacer patria. Lo cual implica que tienen que ser naranjas valencianas, nada de Sudáfrica. El que no desayuna fuerte tiene necesariamente que almorzar, una tradición valenciana que hay que conservar y que tiene sus templos, esos bares que preparan unos bocadillos memorables y en los que cuando llegas y hasta que pides te pones en la mesa unos platitos con cacaos y tramuços. Lo que no puede ser es estar toda la mañana sin ingerir apenas alimento y llegar a la hora de comer y ponerse ciego, pegarse una fartà a lo Sangonereta, el personaje de 'Cañas y barro'. Hay que hacer caso a Peterson, hay que tomar un buen desayuno, empezar el día bien alimentados, combatir la amenaza de la depresión no ya sólo con el espíritu sino también con el estómago. Hay muchos valencianistas que no deben de desayunar bien.

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