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De la noche a la mañana Valencia ha pasado de ser la ciudad donde apenas se celebraban conciertos, fuera de todos los circuitos de giras de artistas internacionales, a disfrutar de una agenda musical interminable y variada. En las dos últimas décadas hemos pasado por ... el desierto artístico más absoluto donde la concentración de directos se producía exageradamente a lo largo del mes de julio. Hoy, el listado de festivales, fiestas 'remember' y conciertos no da para que el bolsillo pueda asumir semejante gasto. Entre la subida del coste de la vida y la confirmación de todos los indicadores que dicen que estamos sufriendo un importante empobrecimiento, es difícil entender la asistencia masiva a la mayoría de espectáculos que se están celebrando. Pero así es. Tal vez estemos inmersos en una burbuja de la que somos inconscientes, pero mientras dure, disfruten de la vida, los que puedan. Quiero pensar que después del infierno pandémico recién vivido nos hemos dado cuenta de la importancia de vivir, de quemar cartuchos, de no guardar para mañana por lo que pudiera venir. Siempre y cuando el bolsillo no nos ahogue, las ganas y la motivación para disfrutar de la vida mientras se pueda, parecen claves para que esta campaña de verano sea todo un acierto.
Llama la atención el éxito de asistencia a todos los espectáculos que por ahora se celebran a lo largo de toda la Comunitat, y no es menos llamativa la falta de atención y servicio en la hostelería en general. Me explico; llamar para reservar de un día para otro en fin de semana se antoja complicado, dada la demanda de gente por comer o cenar fuera de casa. Todo correcto hasta aquí. Si la suerte le ha sonreído con la confirmación de una mesa para disfrutar con amigos o familia, cuidado con el servicio porque las cosas han cambiado de un tiempo a esta parte. En general, en la Comunitat, siempre hemos mantenido un nivel profesional en la restauración bastante alto en comparación con otras regiones y qué decir con otros países. La pandemia ha dejado al sector falto de personal, de profesionales que atiendan con un mínimo que cumpla las expectativas del cliente. Esto es así y es bastante habitual ver cómo se hacen interminables los tiempos de espera en la mesa o cómo se confunden las comandas.
Nuestra hostelería es de las mejores y si queremos practicar una crítica sana para ser auto exigentes, la adaptación a los nuevos tiempos y/o a un nuevo modelo de negocio parecen irremediables, si una vez pagada la cuenta pretenden que el cliente repita la experiencia.
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