Las buenas intenciones

Por todo ello, pienso que en Navidad la maldad se toma vacaciones. Ahora le queda libre el campo al espíritu bueno, solidario, generoso y altruista, y por eso todas las sonrisas siembran alegrías y todos los mensajes respiran paz. Todo es un ensayo general de bondad que podemos comprobar en cualquier lugar o relación. El ambiente es más cordial. Paralelamente a esas buenas intenciones surge también el compromiso social de las fallas como colectivo en forma de solidaridad, que no es más que realizar acciones en beneficio de otro sin recibir nada a cambio. Las fallas, desde siempre, han destacado por su fuerte vertiente solidaria en Navidad, aunque también la ejercitan durante todo el año con acciones anónimas importantísimas que muchas veces no tienen repercusión mediática y pasan desapercibidas. En una palabra, aplican ese versículo del evangelio de San Mateo que dice: «cuando des ayuda a un necesitado, que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu mano derecha; así la ayuda que des se mantendrá en secreto». Cabe recordar que la generosidad es una cualidad íntima de la esencia de cada persona y no debe ser aireada. La verdad es que una parte de nuestra sociedad e instituciones debían tomar ejemplo de las fallas que sí se implican y se comprometen con los problemas sociales de su entorno. En una palabra, sus acciones reflejan la toma de conciencia que debemos tener a la hora de mejorar este mundo lleno de injusticias. Y mientras, los políticos miran para otro lado. La Navidad es lo que tiene.