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El Festival Internacional de Benicasim (FIB) fue hace años santo y seña del panorama musical en nuestro país con una selección de artistas que atraía en su mayoría a miles de anglosajones que se desplazaban hasta Castellón. Nada tiene que ver el espíritu de aquellos ... inicios con lo que ofrece mañana la última edición de este festival. Pero ahí está, se mantiene, que es lo que importa.
Otros los suspenden porque la lógica y el sentido común se imponen ante una saturación en la oferta y una decreciente demanda. Sobre todo, para muchos bolsillos en los que ya asoma el cocodrilo. En la Comunitat valenciana salimos a festival por semana, sin contar los ciclos de conciertos repartidos por diferentes lugares, coincidentes en las mismas fechas. Este fin de semana se celebran en la ciudad de Valencia, entre otros, los conciertos de Rosalía (70€), Camilo (75€), Juanes, Dani Martin, Maldita Nerea y DJ Nano (45€), Steve Vai (30€) o Julian Marley (20€).
Se acaba de suspender el concierto de Bryan Adams previsto para el 19 de julio y el festival Diversity entre el 21 y 23 de julio sin que la organización haya justificado los motivos reales de esta decisión. En la mayoría de contratos de estos grandes artistas hay cláusulas que impiden publicar ciertas informaciones cuando se produce una suspensión motivada por la falta de venta de entradas. Consideran que no es una buena imagen para el artista y suelen 'ocultar' dicha información. ¿Serán las únicas cancelaciones de este verano y qué está pasando realmente?
Hemos salido en tromba post pandémica y queremos bailar en un verano lo que no hemos hecho en dos. Es indudable que hay una oferta extraordinaria y el material necesario para organizar un concierto es insuficiente: hierros para escenarios, equipos de sonido, de luces, vallas, baños químicos, sillas, barras, neveras o el personal para trabajar. Esta falta de material por el exceso de eventos ha encarecido los costes de producción, modificando las previsiones de gastos e ingresos de todos los promotores cuando firmaron los contratos con los artistas. Aumento de gastos, mismo precio del ticket y menor público para la misma tarta significa ir a una ruina segura.
Es muy probable que haya más cancelaciones, así como planes de turistas con viajes planificados al garete. No estaría de más una reflexión de los responsables de la administración que han fomentado la cultura del festival, responsables al fin y al cabo de la concesión de los permisos, por haber llegado a esta saturación que genera pérdidas y poca seriedad.
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