'Cinco lobitos' muestra en pantalla ese difícil momento en que nuestros padres dejan de cuidarnos y pasan a precisar que los cuidemos. Si esto coincide con la llegada de los hijos propios supone un golpe emocional y físico complicado de gestionar. La película -soberbia ... primera obra de Alauda Ruiz de Azúa- lo cuenta con mimo, pero eso no impide que provoque angustia y vértigo mirarla. El principal foco está puesto en ellas, las madres, una Amaia agobiadísima ante una maternidad para la que no estaba preparada y una Begoña, a la que la enfermedad encuentra enfadada por las muchas renuncias a las que la vida le ha obligado.
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Pero yo no pude evitar fijarme en ellos, los padres. Últimamente lo hago mucho. Busco padres sin parar, en los libros que leo, en las series y películas que veo. Y constato que suelen estar ahí perdidos, en un papel secundario localizando su sitio, ocupando un papel difuso que nadie les termina de aclarar. Busco iguales, referentes, patrones en los que reconocerme o de los que alejarme. Es inevitable hacerlo, creo, mientras uno construye su propia paternidad, mientras decide el padre que puede ser. Mientras se debate entre el padre que quiere ser y el que puede.
En 'La ciudad de los vivos' hay un montón de padres lamentándose por el destino de sus hijos, aturdidos preguntándose en lo que se equivocaron como si hubiese posibilidad de acertar. Es un libro devastador por el que no paran de lloverle halagos a su autor, Nicola Lagioia, que ha convertido un suceso real en un relato desgarrador sobre monstruos visibles e invisibles, notorios e imperceptibles.
Describe un crimen cometido entre excesos de drogas y alcohol, despachado con saña. Describe el horror. Describe el dolor. Describe Roma. Pero yo solo leo padres. Padres que no se explican lo que no supieron impedir, padres que giraron la cara para no reconocer lo que tenían delante, padres que un día tomaron primeras decisiones -como las que yo doy vueltas ahora- sin adivinar que algunas serían definitivas.
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Entre preguntas, dudas, lecturas y cine me topo en Facebook con un esclarecedor texto de Guillermo Gómez Ferrer en el que se cuestiona en qué instante se reconoció como padre. Porque una cosa es tener un hijo y otra reconocerse como padre, como el padre de alguien. Narraba que fue averiguando qué lugar ocupaba en la familia que iba formando y lamentaba la falta de referencias claras de lo que supone ser padre. Y me sentí muy entendido.
Los padres de 'Cinco lobitos' también buscan instrucciones, uno recién estrenado en ese rol y el otro en el ocaso de su vida, sospechando que no ha dado la talla.
No dejo de escudriñar padres, comparándome, temiendo parecerme a algunos o deseando emular a otros, machacándome con la idea de qué clase de padre voy a ser yo.
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