Un caldero de patanes y patanas
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La agresión a un profesor de Física y Química en Bétera es una consecuencia de un ruido que empezó como un rumor hace al menos ... un par de décadas y ahora suena con aparatosidad. Explicaba un personaje de la película 'Brexit' que el caldo de cultivo para la salida del Reino Unido de la UE se venía cociendo desde hacía 40 años.
Un tenista, deporte de caballeros, Zverev, se lió esta semana a raquetazos con la silla del juez de silla de su partido de dobles, a centímetros de sus pies. Los otros tres jugadores no hicieron nada. Nada. El juez de silla se piró. Solo. Hay videojuegos para simular ser director deportivo que se publicitan con aspavientos agresivos y el avatar dando patadas a botellines y berreando. Acudir a un partido de fútbol base es asumir que en los dos equipos habrá, al menos, dos padres y madres tarados que griten al árbitro y a los rivales. Niños. La federación de patinaje valenciana suspendió los torneos en 2019 porque los padres abucheaban a los jueces si sus hijas no recibían la nota que anhelaban. El jurado eran críos que no pasaban de los veinte. Abucheados por familias enteras.
He estado un par de veces, o alguna más, a un pelo de pegarme por idioteces. Si no acabé a guantazos fue porque yo di un paso atrás. Hace muchos años, muchos, hasta recibí el reproche por parte de una chica, que se mofó por esa actitud, poco masculina, y se jactó de haber intervenido para librarme, a mí, «de que te dieran dos hostias».
Recuerdo aquellos primeros programas de «televisión basura». Vi en pantallas (públicas y privadas) gente pegándose, o debatiendo en tonos que ahora no es que sean los habituales, es que son los únicos. Tenía un profesor de Francés en el instituto, José Antonio, que era homosexual y no lo escondía. O no podía o no quería. Mi mejor profesor de Francés y el único que me expulsó varias veces de clase. Ahora podría pasarle como al de Bétera. Uno de mis pocos amigos/hermanos, docente, me advierte desde hace años por dónde van los tiros que ahora suenan. Al profesorado sólo se le exige que no moleste a nuestros retoños, intolerantes a la crítica y receptores en casa de enormes dosis de violencia verbal, sexual, física y mediática. En Educación se invierte para que no se caigan los colegios y amansar a los sindicatos de docentes, poco más. Productos de 'prime-time' con éxito durante décadas difundían mensajes tóxicos sobre las relaciones sexuales («si te pones tonta, luego no me pidas que pare»). En alguna freidora de neuronas ha intervenido nuestro ahora presidente, blanqueando programas televisivos socialmente nocivos. Somos un caldero de patanes y patanas, y nuestros líderes así lo reflejan. Lo de ahora no son causas, sino consecuencias.
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