El acoso ilegítimo, hostigamiento o stalking, que se regula en el art. 172 tercero del Código Penal, señala que: «1. Será castigado con la pena de prisión de tres meses a dos años o multa de seis a veinticuatro meses el que acose a una ... persona llevando a cabo de forma insistente y reiterada, y sin estar legítimamente autorizado, alguna de las conductas siguientes y, de este modo, altere gravemente el desarrollo de su vida cotidiana». La primera de esas conductas es «La vigile, la persiga o busque su cercanía física». Esta es justamente lo que ha tenido que sufrir la artista valenciana Paula Bonet, quien finalmente ha respirado cuando ha ingresado en prisión su acosador por saltarse la orden de alejamiento. Ya había ocurrido anteriormente, pero el juez lo dejó en libertad.
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Es importante darse cuenta de la personalidad y estado mental de la mayoría de los que ejercen el acoso, el cual, si no se practica dentro de la dinámica de una relación de pareja rota (que tiene su propia casuística) generalmente revela a un sujeto obsesionado con su persona diana, que no acaba de comprender la razón por la que ésta no quiere tener una relación cercana con él (o ella, también hay muchas mujeres autoras de este delito). Esta situación produce un miedo intenso muy comprensible en la víctima. La foto que publicó en su red social Paula Bonet donde se veía la sombra oscura de él tras el cristal esmerilado de la puerta de su taller produce escalofríos. Fueron dos años de terror. Produce un profundo sentimiento de impotencia leer los tweets que Paula ha ido subiendo mientras relataba su pesadilla. El mes pasado escribió: «Llegó con flores. A veces dice que quiere cortarme en trocitos, otras veces se agarra a la ventana de mi despacho a la una de la mañana mientras yo trabajo para que le explique qué me pasa, porque no me entiende, dice. Yo no respondo, solo pego un grito, le pido que se vaya y llamo al 112». En general, es gente que tiene problemas mentales: el individuo se forma la idea delirante de que él es la persona que ha nacido para intimar con su objeto de devoción y el continuo rechazo que recibe lo percibe como una profunda ofensa, de tal modo que hay serias posibilidades de que ese 'amor' se convierta en odio y un intento serio de agresión. La experiencia vivida por la actriz Sara Casasnovas en junio de 2009 cuando fue atacada con una ballesta por el alemán Arndt Meyer a la salida de un teatro de Madrid debería ser un ejemplo bien presente. Me consta que la vida de Sara no fue la misma desde aquello, y Paula ha explicado su calvario. Es necesario evaluar detenidamente y valorar la peligrosidad de los acosadores antes de dejarlos en libertad.
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