Ahora resulta que, entre otras sugerencias, el gobierno recomienda el consumo de carne en lata en la guía que ha elaborado el Ministerio de Consumo ... de Alberto Garzón. Hace un par de noches un informativo nacional dedicó dos minutos de su tiempo -el día del funeral de Isabel ll- a explicar las bondades de este comestible que va camino de convertirse en manjar gracias a la propaganda gubernamental. La carne envuelta en lata recuerda más a tiempos de soldados en trincheras y posguerras, incluso de hambrunas y estraperlo. Si las recomendaciones a día de hoy son estas no quiero pensar cómo andaremos cuando apriete el frío y el invierno llame a la puerta.
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Sería bueno, si quienes nos gobiernan, le echaran un pensamiento a eso de presentar un Plan de Ajuste que pase por la eliminación drástica de todo aquello que no sea indispensable, como el Ministerio de Consumo. No hace tantos años, muchas comunidades autónomas como la nuestra y algunos ayuntamientos -¿recuerdan el techo de gasto?- así lo hicieron cuando los problemas por la falta de financiación empezaban. Un juego de niños comparado a lo que nos espera. Sánchez debería presentar una estrategia de adelgazamiento del Gobierno de España que sea algo parecido a lo que estamos haciendo todos en casa: evitar gastos innecesarios -como 22 ministerios- hacer recortes y cerrar chiringuitos; optimizar y ser más eficaces; reducir impuestos al ciudadano y hacer que la administración facilite y no paralice proyectos.
Son tiempos extraños estos que vivimos en los que todo ha cambiado. Compramos por piezas, porque la época de hacerlo al peso es historia. Ahora es más barato comprar en Zara que asomar la napia por cualquier supermercado. Hasta los concursos de paella valenciana se han globalizado y con dificultad reconoces al ganador. ¿Será cierto eso que dicen que las mejores paellas son las que se comen en casa? Para mi, no hay mejor que las de mi suegro Roberto.
Con todo, consuela pensar que siempre será peor el frio de la Rusia de Putin ya que, por su culpa, nadie en Europa vive ajeno a los horarios valle de la factura de la luz. Hay que reconocer el acierto de los chicos malos de las energéticas -como los piensa Pedro Sánchez- al bautizar de manera tan bucólica y romántica a la tiranía energética en la que vivimos. Para mi es irremediable: mientras lleno la lavadora pienso en la familia Morgan al completo correteando por las verdes praderas galesas de la película de John Ford 'Qué verde era mi valle'. Casi como nosotros, henchidos de felicidad inocentona por vivir en un entorno increíble, pese a a la que nos viene encima. Como imaginarán, la trama tiene más meollo -no en balde le arrebató el Oscar en 1941 a Ciudadano Kane- pero de madrugada y poniendo lavadoras es preferible no profundizar en determinados pensamientos como eso de comer carne enlatada. Al menos, por el momento.
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