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Para mi Carrie era sinónimo de viajar al pasado porque ése es el nombre de la protagonista de la mítica película que en 1976 dirigió ... Brian de Palma basada en la primera novela de Stephen King y que protagonizó Sissy Spacek. No es un clásico pero fue pionera en abordar algo que preocupa en la actualidad como el acoso escolar desde una perspectiva ciertamente aterradora de la crueldad infantil. Con los años su protagonista se ha convertido casi en gemela de la también actriz y cantante Jane Birkin. Las dos son dueñas de bellezas especiales.
Pero a lo que iba. La otra Carrie se apellida Symonds, es la tercera mujer del primer ministro inglés Boris Johnson, se llevan 24 años, comparten dos hijos, un perro adoptado y una profesión ligada a la política en diferentes puestos de responsabilidad en el partido conservador inglés. Quizá sea por eso, pero Carrie se ha convertido en protagonista inesperada y objeto de duras críticas que la responsabilizan de los errores de bulto de su marido en el último libro de Lord Michael Ashcroft titulado 'First Lady' y que -en tono y forma muy 'british'- se sirve a dosis semanales como las series de televisión en el periódico 'Mail on Sunday'.
La tesis que defiende es una norma básica para entender la política, esto es, que sean los más cercanos colaboradores quienes asuman las críticas por las equivocaciones mientras que el líder se queda como propietario exclusivo de los aciertos. Es de manual. Como Teodoro y Pablo en el PP. Como pasó con Ivan y Pedro en La Moncloa. Mónica y Ximo en el Palau. Quien sabe. Es un principio de funcionamiento no escrito y de reconocimiento implícito entre las partes como lo es la costumbre como fuente del ordenamiento jurídico, al mismo nivel que la ley y la jurisprudencia. Es lo que hay. Y no sólo en política.
Pero con Carrie se da un paso más allá abordando el espacio de intimidad conyugal convirtiéndola en una contemporánea lady Mcbeth protagonista responsable de todos los males que acechan a su marido. En una crítica pública desmedida en forma de libro por entregas, Boris Johnson aparece retratado como un inocentón acobardado por la lozanía de su joven esposa a la que teme a pesar de ser mayor de edad y contar con 57 primaveras. Su compañero de filas -cuerpo a tierra que vienen los nuestros- describe a Boris con una personalidad algo apocada a pesar de su fructífera trayectoria política como alcalde de Londres, como Ministro de Exteriores con Theresa May y ahora como primer ministro. Da igual: la culpa es de Carrie. A Johnson se le atribuye condición de muñidor del giro de la opinión pública inglesa a favor del brexit y en contra de la Unión Europa. Pero si ahora se equivoca, son cosas de Carrie. Pobre Boris. ¡Venga hombre! No se si llega a injusticia pero suena a atropello tirando de estilo inglés. O quizá Carrie comparte con la otra Carrie poderes sobrenaturales. Quién sabe.
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