El carrito de la Fanta de Barceló
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Aitana Mas, diputada de Compromís, clamaba esta semana en Les Corts, porque el Consell daba la pinta de un «pagafantas», o sea del que hace el caldo gordo a otros sin obtener nada a cambio. No es nuevo. Hace dos meses y medio fue Fernando Llopis, de Ciudadanos, el que afeó ese comportamiento servil al Gobierno valenciano.
Y vaya, para una vez que el Ejecutivo autonómico decide ponerse bravo, el asunto le ha salido rana y le han fuleteado el tanque. Ana Barceló, consellera de Sanidad, salió el viernes noche a escenificar que estaba que se subía por las paredes. Injusticia. Complot. Contubernio. ¿Y por qué no podemos ser como los vascos? ¿o es que la paella no es mejor que el bacalao al pil pil? Compromís desplegó un arsenal de cábalas conspiranoicas. Barceló remató su particular Viernes13 asegurando que las decisiones del Gobierno central «no obedecen a criterios objetivos medibles». No apareció Puig esa noche de los cuchillos largos y el sábado amaneció más europeo que la Torre Eiffel. Esa mañana, Barceló mutó y casi se puso a cortar flores durante su comparecencia, y a la pregunta del compañero Víctor Romero de si esto de no cambiar de fase, oiga, a ver si va a ser porque no se habían hecho los suficientes tests, la consellera replicó: «No, no, en absoluto». Sólo le faltó recordarle la «matrícula de honor» de la que había presumido unas horas antes. Sin embargo, ya se sabe que durante los últimos años, quien presume de doctorados, másters y matrículas de honor acaba trasquilado. Efectivamente, ayer, Fernando Simón, el profesor que nos tiene manía a los valencianos, sacó el examen y cantó la Traviata: en la Comunitat no se han hecho test suficientes. Es como esos colegios que quieren ser de superélite y a la Selectividad, de toda la clase, sólo mandaban a ocho, a los que iban a sacar buena nota, para que no se les empañe la estadística. Y si no tenemos los datos de unos y de otros es porque lo de la transparencia ha quedado allá atrás, en esos tiempos en los que no había pandemia. Barceló llegó a decir que no se difundían los datos porque son muy complicados y, bueno, para qué. Eso es cosa de listos. Hay que sacar matrícula de honor para entenderlos, pero de la buena, no de la nuestra. Puig, ayer, le perdonó la vida al Gobierno. A otra cosa, mariposa. Sólo le faltó decir que Barceló es cuota de Compromís.
Total, que al Consell y a su consellera les han pillado con el carrito del helado, que como estamos en primavera, es de Fanta, esa que unos y otros se quejan de que el Consell le paga al Gobierno central. Pero que nadie se equivoque, si aquí alguien está pagando refrescos somos los ciudadanos.
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