El carrito del helado con todos sus sabores

Te pasas seis años esperando que llegue el del carrito del helado, ruegas, exiges, lloras, y el día que se presenta en el pueblo, llega ... sin barquillos. Mal asunto. El proyecto para el nuevo sistema de financiación debía cumplir dos premisas que en realidad son una: ser indubitablemente favorable a la Comunitat, por ser la región más perjudicada por el actual reparto y por serlo durante muchísimos años. Sería, qué menos, un modo de compensar la tardanza y de alimentar de esperanza la espera valenciana, porque el nuevo modelo no saldrá adelante ni hoy ni mañana, y ya veremos si lo hace alguna vez. Sin embargo, la propuesta es tan interpretable que la primera interpretación, la de Fedea, ya nos deja mal parados. Claro, salió el Ivie al rescate de Presidencia para decir que estos de la fundación, antes unos genios, ahora no tienen en cuenta que si el Pisuerga pasa por Valladolid y que si a la abuela le ponemos ruedas lo mismo nos sale una bicicleta. Lo mismo. O no. De momento, estamos cavilando. Esta propuesta inicial, al menos, nos tenía que dejar en una posición de claro beneficio y, a partir de ahí, defender nuestro nuevo estatus en la prolongada negociación, eterna. Pero no. Ahora vamos a ver si aparecen unos fondos que hasta hace cuatro días nos parecían el chocolate del loro. El premio de consolación para los desconsolados. Ahora resulta que esos posibles fondos son el complemento perfecto para la dieta de pan y agua a la que nos someten los distintos gobiernos de los españoles todos, da igual que sean Ejecutivos del PP, del PSOE o coaliciones calcadas a la de la Comunitat, pero que nos hacen el mismo caso que Belén Esteban a la obra completa de Carl Jung.