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Crimen de Patraix: juicio a Maje y Salva | El cartero siempre llama dos veces

El cartero siempre llama dos veces

Pensar que una mujer no puede ser tan malvada como un hombre es un anacronismo

VICENTE GARRIDO

Martes, 13 de octubre 2020

Cuando una mujer joven y guapa, con estudios, que aparentemente tenía una vida encarrilada, es acusada de un asesinato, el interés de los medios y de la sociedad está asegurado. La razón es que hay una transgresión de las expectativas: matar por su propia mano o hacer matar por persona interpuesta a otro no es algo que esperaríamos que hiciera una mujer educada y respetable, cuando la vida le ofrece un mundo lleno de posibilidades. Entendemos el asesinato en otros muchos contextos; hay razones que todos asumimos: los celos, la ira, la ambición, la venganza... Sin embargo, en todas esas circunstancias, una mujer como autora siempre nos parece extraño, pues no está bien posicionada en el imaginario colectivo como una figura malvada. Con la excepción del infanticidio, donde la madre adquiere un mayor protagonismo, muchas veces propiciado por graves problemas sociales y mentales, el asesinato aparece como una profunda anomalía en el carácter de una mujer.

Sin embargo, en esta época donde afortunadamente la igualdad entre hombre y mujer es una meta irrenunciable de toda democracia, se me antoja un anacronismo pensar que una mujer, por el mero hecho de serlo, no puede ser tan malvada como un hombre. En términos estadísticos -si se toma el asesinato como una de las expresiones del mal-, la mujer lo es mucho menos que el hombre, y hay razones evolutivas y sociales que lo justifican. Pero si hablamos de casos concretos, la historia está llena de ejemplos donde las mujeres han mostrado un aplomo a la hora de matar que ha helado la sangre de muchos. Sobran nombres, pero revisen solo la todavía humeante sentencia del caso de la mujer «impedida» condenada junto a su amante de matar a su estrenado marido en Alicante. Éste esperaba una cena romántica con su pareja, y se encontró con una muerte cruel urdida por su esposa.

El juicio de María Jesús y Salvador es otro encarte de esta trama trágica, vieja como el tiempo, aquilatada por el arte cinematográfico en films hoy clásicos como 'El cartero siempre llama dos veces' o 'Perdición': la mujer que no se resigna a vivir con un hombre al que no ama, y que desea la libertad con algunas ventajas que no obtendría mediante un divorcio. El relato alternativo nos dibuja a un hombre que mata a un desconocido sin saberse muy bien por qué, solo por la vaga idea de que esa mujer entonces podría ser suya, sin que el objeto de su deseo sepa nada al respecto. La mujer pura e inocente, por una parte, y por otra el hombre malvado. Esta visión restablece las expectativas: una chica «no puede» haber hecho eso... toda la culpa es del acusado. Bien, en breve el jurado pondrá fin a la historia.

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