![Casado al rescate de Puig](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/201911/04/media/cortadas/casado-analisis-kp6F-U90583010419WbD-1248x770@Las%20Provincias.jpg)
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El Botànic II naufraga, siete meses después de ganar en las urnas no es que navegue sin rumbo, es que sigue varado en la costa. Sin foco ni energía. Tanto en lo que respecta al conjunto del Consell como específicamente a sus líderes. El adelanto electoral del 28-A dejó irreconocible el pacto de izquierdas. Oltra perdió la confianza en Puig y a la vicepresidenta se le cambiaron los esquemas de la relación, política y personal; los jovencitos del Bloc intentaron arrinconar a su lideresa natural, sin éxito; los consellers socialistas perdieron fuelle y agenda política mientras Mata se quedó con las ganas de ocupar un cargo político de mayor relevancia («A Manolo le han leído la matrícula de sus ambiciones»); Podemos entró en el Consell y acrecentó los celos de Compromís y esto llevó a que Compromís se aventurara a una insensata operación electoral con Errejón y contra Podemos; y el jefe del cotarro, se ha encontrado por primera vez acosado directamente a cuenta de lo que se ha dado en llamar los vínculos mediáticos del President.
En definitiva, el Botànic II necesita una tabla de salvación que sólo puede venir de fuera, para que lo saque de su parálisis interna. El Botànic II carece de proyecto compartido para la legislatura, así que no tiene otra que el recurso al enemigo exterior; lo de siempre. Al Botànic II sólo lo salvará un gobierno de derechas encabezado por Pablo Casado o no será nada. Lo peor que le puede pasar a Puig y a su futuro sería que Pedro Sánchez ganara las elecciones y consiguiera investirse presidente. Sería la muerte en vida del Botànic II, la decadencia acelerada, la agonía. Igual que la izquierda española ya no consigue movilizar a la ciudadanía recurriendo al espantajo de Franco, la izquierda valenciana tampoco tiene gas para seguir abanderando el fantasma de Paco Camps. Se acabó. La única posibilidad de que vuelva la alegría y el impulso a la Generalitat pasa por sentar en la Moncloa una coalición de derecha que le permitiría reactivar el victimismo y los agravios que por razones obvias no son capaces de reprocharle a Pedro Sánchez. Inmediatamente se encendería de nuevo el choque de trenes, la misma táctica recurrente de los catalanistas en una versión moderada; el Madrid nos roba. Así, volverán a sacar de los cajones las carpetas polvorientas de la infrafinanciación, de la infrainversión, de la infraatención. Así los sindicatos, UGT y CC. OO., ahora muditos, volverían a convocar una manifestación por la mejora de la financiación, y así la CEV y otras patronales volverían a hacer el pardillo y seguirles el juego, mientras el empresario común, el profesional, el emprendedor, el comerciante, el autónomo, huye de las políticas del tripartito valenciano que lastran la actividad productiva. Pero para todo eso hace falta que el partido socialista fracase en las urnas el próximo domingo. Ironías de la vida nacional. El triunfo de Sánchez asfixiaría a Puig y el fracaso de Sánchez le devolvería oxígeno al barón valenciano.
Esta lectura resultará ajustada en cuanto se repasen los frentes abiertos del Consell. Innumerables; parece imprescindible citarlos para hacerse idea del colapso. 1) El conseller Climent ha vuelto a recibir un tremendo revés judicial por su bloqueo al proyecto de Intu Mediterráneo, y debiera andarse con cuidado porque un tercer intento de hostigamiento injustificado rayaría la demanda por prevaricación. 2) Los jueces también han dejado a Oltra al descubierto por el sectario cierre del centro de menores de Segorbe, que puede acabar costándole a la administración varios millones de euros de indemnización, tanto como el fraude a la EMT que tanto ruido está provocando. 3) Oltra por otra parte es consciente de que está siendo cuestionada y zarandeada por los jóvenes coroneles que ahora mandan en el Bloc, la vicepresidenta espera su oportunidad de contraatacar pero necesita antes despejar sus flancos débiles. 4) El tacticismo de Compromís en favor de un ecologismo maximalista e interesado está bombardeando el futuro del Puerto de Valencia mientras los nacionalistas gestionan autobuses urbanos con veinte años de antigüedad y ocultan la gravísima situación ambiental de la Albufera. 5) Ford acaba de anunciar que deja de fabricar motores en Almussafes, los traslada a la otra punta del mundo, una decisión coincidente con las campañas de cierta izquierda contra las emisiones de los hidrocarburos; el horizonte del parque de proveedores de Ford se complica. 6) Entretanto, cada año seis mil licenciados universitarios acaban yéndose a Madrid a vivir y trabajar, los más preparados se van los primeros; el tripartito visionario pierde el talento más genuino. 7) El conseller Soler, antes verdadero revulsivo del ejecutivo autonómico, ha perdido fuelle y crédito al tener que callar ante la infrafinanciación cronificada, aprobar un plan de recorte del gasto que intentó llamar de otra manera («correcciones de las tendencias incrementales», lo calificó la ministra Montero) y pretender la ligereza de no presentar Presupuestos para 2020, eludiendo el principal contrato que suscribe una administración con la ciudadanía. 8) À Punt está fuera de control y la renovación de sus órganos directivos puede acabar de cualquier manera, imprevisible, el President no se atreve a intervenir y el más osado acabará tomando la plaza para sí. 9) Ha pasado el periodo de gracia; los imprevistos de la gestión rutinaria irán provocando más escándalo y ruido, ya lo ha visto la consellera Gabriela Bravo a cuenta de dos incidentes graves en la Ciudad de la Justicia, pero en realidad los problemas pueden surgir en cualquier sitio y en cualquier momento. 10) Cataluña; la situación catalana resulta explosiva para la izquierda valenciana, que lleva años financiando las entidades que en la Comunitat promueven el proceso independentista; la deriva catalana los descoloca ante sus contradicciones. 11) Los negocios del hermano de Puig, aparte otros tropiezos mediáticos del President; se ha pasado años negando relevancia al asunto y ahora aterrizan en los tribunales las presuntas argucias para cobrar subvenciones (gastos cruzados, facturas duplicadas, alquileres fraudulentos, audiencias falsas, programas no realizados); sintomático que Marzà (que según una denuncia tenía conocimiento de todo esto) haya decidido suspender este año las subvenciones al valenciano, origen de todas las sospechas.
Haría falta mucho liderazgo, mucha cohesión y mucha fuerza política para salir airoso de todos estos frentes y el tripartito en verdad va muy flojo de energía. Su única opción a corto plazo es quitarse a Pedro Sánchez del gobierno de la nación para emprender una política de confrontación con la derecha, oscureciendo así sus debilidades. A corto plazo, sólo a corto plazo, pero ¿algún político piensa ya en algo más que en el corto plazo?
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