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Casas con conciencia social: iconografías y sueños
Frente a soluciones habitacionales hedonistas, la arquitectura reivindica su compromiso con la cultura y la sostenibilidad
JAVIER DOMÍNGUEZ RODRIGOARQUITECTO
Sábado, 30 de julio 2022, 00:18
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JAVIER DOMÍNGUEZ RODRIGOARQUITECTO
Sábado, 30 de julio 2022, 00:18
Nunca resulta fácil anticiparse en el tiempo, pues en un mundo acelerado que prima el valor de cambio sobre el de uso, la arquitectura se ... limita a racionalizar las demandas y capacidades del hipermercado social. Antoine de Saint-Exupéry descifra en 'El Principito' una de las claves de la inercia a dejarse llevar por la moralidad 'prima facie', de la resistencia ante lo desconocido, proclamando que «lo esencial es invisible a los ojos», que es necesario reconsiderar compromisos y metas.
La casa, lo doméstico es tradicionalmente un laboratorio para la innovación, un ecosistema propio para el talento de los profesionales comprometidos que vislumbran la oportunidad de proclamar sus modestos manifiestos construidos.
La concesión del Premio Emergentes 2022 (Mies van der Rohe) de la UE a la cooperativa de viviendas de La Borda, del despacho Lacol en Barcelona reconoce un proyecto sostenible, de autopromoción, cogestión de recursos., copropiedad y accesible a las rentas bajas para enfrentarse a la actual crisis habitacional.
Se premia así una arquitectura novel con «conciencia social» que recoge el testigo de un dilatado y fructífero itinerario edilicio, tanto nacional como europeo, con numerosas obras icónicas, algunas de ellas en el 'cap i casal'.
Desde la segunda mitad del siglo XIX se suceden renovados modelos de alojamiento -«habitations à bon marché»...- que alumbran en los años veinte experiencias revolucionarias, como las grandes «siedlungen» o colonias residenciales berlinesas en la Alemania de Weimar.
La industrialización sitúa la vivienda obrera en el epicentro del debate auspiciando reformas reguladoras que en España se introducen con la promulgación de la Ley de Casas Baratas de 1911, ampliada durante la dictadura de Primo de Rivera.
La cuestión proletaria, la definición de tipologías edificatorias adecuadas a las necesidades habitacionales de la población y el énfasis por la «vivienda mínima» (Existenzminimun) caracterizan el periodo entreguerras.
La capital del Turia atesora dos magníficos ejemplos de la primigenia arquitectura con «conciencia social»: la rotunda e imponente Finca Roja en el ensanche exterior y el grupo conocido como los chalets de los periodistas, promovido por la Asociación de la Prensa Valenciana en el inicio del Paseo al Mar.
Las propuestas presentan nexos comunes. Comparten ideario reformista y autoría, siendo Enrique Viedma Vidal (1889-1959) el artífice de las dos obras, una con casas-jardín de inspiración anglosajona (Lechtworth...) y otra de vocación holandesa (escuela de Ámsterdam) ocupando una manzana completa del ensanche.
Verdaderos objetos de culto en la actualidad, su difícil pervivencia demuestra cómo es posible afrontar la construcción de la vivienda social a pesar de limitaciones presupuestarias y escasez de recursos, dando lugar a obras cuya calidad técnica e indudable personalidad estética las convierte en iconos del paisaje urbano.
Es precisamente ese espíritu visionario el que alimenta en los setenta el revolucionario proyecto cooperativo del complejo Espai Verd, buscando en la ecología y la sostenibilidad las claves de su vanguardista diseño.
Un heterodoxo programa de necesidades, una concepción bioclimática -patio abierto, orientación, microclima, láminas de agua...-, junto a una composición racional, una rigurosa modulación, una cuidada materialidad y una monumentalidad gestual, define un variado mosaico de azoteas verdes como referencia tipológica del conjunto.
La ciudad está en deuda con sus creadores no solo porque erigieron piezas únicas, que hoy forman parte del imaginario popular, sino por reivindicar ante sus coetáneos el papel esencial de la arquitectura al servicio del bienestar individual y colectivo y en favor de la sostenibilidad del planeta.
Afortunadamente tras la crisis de 2008, se acaban los excesos despilfarradores y el ostentoso exhibicionismo de la era del espectáculo recuperando los valores y el compromiso de la disciplina con la austeridad, la reducción de las desigualdades, la cohesión social, la emergencia climática y la conciencia medioambiental.
La aprobación de la Ley de Calidad de la Arquitectura recoge ese cambio de sensibilidad de los poderes públicos, anticipado en los grandes premios internacionales como el Pritzker 2022 otorgado al bukinés Diébédo Francis Kéré.
Kéré consagra una metodología colaborativa que trata de transformar y empoderar las comunidades defendiendo unos principios y una arquitectura como la que hace treinta y cinco años auspiciaron Antonio Cortés y sus socios.
Al apostar por un modelo que hoy, con la pátina de la edad, refleja esa estética japonesa del 'wabi-sabi' basada en la belleza de la imperfección, de lo mutable, de lo incompleto, construyeron y legaron a Valencia un refinado y poético emblema.
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