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Es lo que hay: es el Año Berlanga -o berlanguiano. La esperada visita de la vicepresidenta Calviño para abordar el eterno de la infrafinanciación de ... la Comunitat Valenciana ha sido como la de los americanos. Sólo faltaba Ribó en el balcón, para dar un poco de colorido localista a la farsa. Pero últimamente, con la ciudad tomada por las pérgolas y los vándalos, lo cierto es que no se ve al alcalde por ninguna parte. Tras la visita de Calviño, discreta e impávida, como suele, nos hemos quedado como estábamos, o peor. Porque una cosa es vivir en la ilusión y alimentarlo de forma interesada para arrojarlo desde la oposición. Así llevamos años. Otra, estar en el poder y recibir un chapuzón de realidad: un ciclón negacionista llamado Nadia Calviño.
Era el tema estrella de la visita por eso de que es, también, ministra de Asuntos Económicos. Ya saben: la descompensación que existe en la dotación de recursos a las Comunidades Autónomas en razón de su población. Un desajuste que nos afecta negativamente, reconocido por la ministra de Hacienda actual, y que lleva 7 años a la espera de reajuste. Este año el desequilibrio ha supuesto a los valencianos ingresar 215 euros menos por ciudadano frente a la media. El tema, más que enquistado o cronificado, como se define en los últimos años, huele a podrido. Puig lleva meses aguantando la presión de Oltra, que aprieta fuerte con la infrafinanciación en los momentos de tensión del tripartito; es su talón de Aquiles desde que rige la Comunitat con los socialistas en el Gobierno. Pero Calviño, ajena a sus tribulaciones, se ha puesto de lado. Llegó, vio y se fue. Con un «Sí, pero», que es como no decir nada: aplaza la solución a «los próximos años». En la agenda de Sánchez y Calviño pesan más otros frentes.
Es de valientes abrir este melón, porque hay mucho que perder; sin visión de estado no es fácil armonizar los intereses de nuestra Comunitat con los del conjunto de barones de la cuerda del gobierno de turno. Para colmo, Puig ha agitado el avispero y en la España vacía, que ve peligrar sus ingresos, suenan tambores de guerra. Lo que ha impresionado a la vicepresidenta es el consenso local. Y es que es el único punto de acuerdo entre las fuerzas vivas de la Comunitat. A fuerza de reprocharlo unos a otros, durante tantos años, ha calado hondo en la agenda de los ciudadanos. Como para desdecirse. Y así andamos, como Esquerra y Junts en lo suyo, buscando la cuadratura del círculo para equilibrar las cuentas de la Comunitat. En nuestro caso, sin contemplaciones por parte de Sánchez. Otro octubre de manifestaciones.
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