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Cebollas de Nueva Zelanda

CAMPO A TRAVÉS ·

Vicente Lladró

Valencia

Lunes, 3 de mayo 2021, 07:32

Como ya ocurrió el año pasado, en los supermercados venden cebollas importadas de bien lejos. De Nueva Zelanda. Y nadie dice nada. Sigue la prédica oficial de lo del 'km 0' y el comercio 'de proximidad', pero junto a campos de cebollas de la huerta, las tiendas venden cebollas de las antípodas. Compramos y comemos cebollas de Nueva Zelanda a casi dos euros el kilo y el campo de al lado está repleto de cebollas por vender. «Es que aún no es tiempo de coger éstas», apunta alguien. Vale, quizá faltan unas pocas semanas para las de aquí, pero recordemos lo que ocurrió el año pasado: siguieron vendiéndose las de fuera, y caras, mientras que las de aquí se dejaron perder en los campos, sin precio, sin compradores. Es de esperar que no vuelva a ocurrir. ¿O qué? En las antípodas deben creer que por aquí impera la tontería, o la opulencia del despilfarro. «Mira lo que hacen -puede decir cualquier neozelandés-, vienen los españoles a comprarnos las cebollas y dejan perder las suyas, que están más baratas».

Qué raro, ¿no? Lo comentamos con unos productores de cebollas. ¿Qué está pasando? Y aportan algunas claves que confluyen en un concepto inesperado: la comodidad.

Es un proceso que inició la industria, la deslocalización de procesos fabriles, el quitarse problemas de encima y externalizar el suministro de tareas y piezas, y ahora se sufren las consecuencias: no teníamos ni mascarillas, racionan las vacunas, fábricas de coches que paran porque faltan componentes de China, encarecimiento semanal de materias primas porque no hay barcos suficientes y los fletes se han disparado...

«La agricultura es para el tercer mundo», sentenciaban muchos 'analistas'. Hasta un catedrático valenciano lo dijo. Pero Nueva Zelanda no es el tercer mundo. Ni está cerca. Es lo más lejano, por el coste del transporte. ¿Y aún así?

Al exportador le es muy cómodo hacerse importador. Fuera gastos y riesgos. Le basta un teléfono y una oficina de diez metros. Sin plantilla propia, sin riesgos laborales, sin problemas de lluvias, sequías, calor o frío. Costes al mínimo. Comprar, vender y ganar. Y sin trasladar problemas al supermercado. Todo seguro, todos contentos. ¿Todos? ¿Faltarán cebollas como faltan piezas de coches?

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