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El cementerio de la A-3

EL FRANCOTIRADOR ·

Héctor Esteban

Valencia

Jueves, 9 de junio 2022

El viernes pasado, de vuelta a casa, me encontré en la A-3 a la altura del polígono de La Reva un accidente entre dos camiones que acabó con la vida de uno de los conductores. Un par de horas antes, en el periódico habíamos ... dado la noticia acompañada de un vídeo, en el que la cabina de uno de los vehículos ardía sin remedio con un hombre atrapado y sin poder salir. La imagen era terrible. Cuando veo un accidente siempre pienso que un minuto antes de que suceda, esas personas no saben qué les va a ocurrir un kilómetro mas adelante. Debe de ser cierto eso que dicen que el destino está escrito. Al pasar por allí, con el fuego ya apagado, me encontré con grúas, Guardia Civil y un amasijo de hierros calcinado. La colisión se produjo en el maldito punto de siempre, en el carril de incorporación desde la A-3 al by-pass. Un lugar con visibilidad, casi en línea recta, sin obstáculos aparentes pero incapaz de absorber el tráfico que circula. Paso por allí todos los días, de subida y de bajada. He visto pequeñas colisiones, coches con las cuatro ruedas hacia arriba, camiones volcados, vehículos hechos un acordeón con muertos dentro y otros que incluso han saltado a campos colindantes tras destrozar el quitamiedos. El viernes pasado pensé en la madre, la esposa y los hijos de ese conductor, en el caso de que los tuviera. Uno proyecta en su mente un desastre de manual y doloroso. Al mismo tiempo me invadió la rabia. Ese punto de la A-3 es una ratonera y no es una novedad. Está mal parido desde el inicio y los muertos van a continuar engordando una estadística que es evitable. Los medios de comunicación nos hemos encargado de denunciar la situación en más de una ocasión. Yo mismo he escrito para advertir de que ahí, en ese maldito kilómetro, uno se juega la vida cada vez que pasa. La respuesta es ninguna. El único que me llamó fue el alcalde de Riba-roja, Robert Raga, que sabe de lo que hablamos, que reconoce que el tramo es una trampa mortal y que encargó medidas para tratar de cerrar el cementerio en el que se ha convertido el acceso al by-pass desde la A-3. Al final, los políticos locales, aquellos que de verdad palpan el terreno, son los que se acercan a la realidad. El problema es sencillo: un carril tiene que engullir el tráfico que circula por cuatro en horas punta y en días señalados, que no son otros que cuando los madrileños buscan el litoral mediterráneo para ir a la playa y exhibir medusas muertas en palas de tenis. Estoy convencido de que si hubiera una pizca de voluntad y un proyecto, ese punto negro de la A-3 dejaría de serlo. En los próximos meses habrá más accidentes y, posiblemente, más fallecidos. No es un augurio, es una cuestión de estadística. Los políticos y los técnicos de los ministerios están para resolver problemas y para trabajar por el interés general y el bien común. Seguro que hay otras cosas más prioritarias, de la misma manera que actuar ahí salvaría muchas vidas.

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