Las consecuencias de algo nunca serán buenas cuando todo lo que se puede hacer mal acaba haciéndose peor. He aquí la prueba con el misterioso fiasco de los trenes que no caben en los túneles. Esta historia, que bien podría haberla firmado el genial Chiquito ... de la Calzada, no tiene nada de humorística. De hecho, el cabreo en Cantabria y Asturias ha llegado hasta el Palacio de la Moncloa. Miguel Ángel Revilla y Adrián Barbón llevaban días exigiendo responsabilidades. Ambos presidentes autonómicos pedían que rodasen cabezas. El ministerio de Transportes respondió sirviéndoles en bandeja un doble sacrificio con la destitución dos directivos, uno de Renfe y otro de Adif, en un intento de extinguir el incendio que estaba empezando a tomar una magnitud endiabladamente satírica, cargando con munición profusa a la oposición.

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Los 31 trenes de ancho métrico que estaban llamados a renovar la flota de cercanías y media distancia del norte de España se estrenarán mucho más tarde de lo previsto. Hace tres años se adjudicó su construcción a la empresa vasca CAF por 258 millones de euros. En un momento dado del procedimiento, esta compañía alertó de que si seguían adelante con las instrucciones técnicas encomendadas por Renfe esos convoyes no podrán transitar por los túneles que se ubican en su trazado. La guinda a este inaudito patinazo ferroviario se añadió con otro berlanguiano capítulo digno de alguna secuela de 'La escopeta nacional'. Renfe acusando a Adif porque asegura que se basó en las dimensiones documentadas por el administrador de las infraestructuras ferroviarias.

Y Adif recriminando a Renfe que se equivocó al redactar los pliegos. ¿En qué fase exacta de una cadena con tantos actores involucrados se produce un error de cálculo de tales dimensiones? ¿De quién es la responsabilidad? Todo apunta a que la cuestión quedará irresoluta bajo la espesura burocrática y, sobre todo, teniendo en cuenta que a los implicados solo les ha quedado recurrir a lo de la culpa fue del cha cha cha que cantaba Gabinete Caligari. Pero ni un estribillo ni unos cuantos memes simpáticos en las redes sociales aliviarán la indignación de los afectados que tendrán que esperar sentados para ver luz al final del túnel.

Ante el grave impacto provocado por la reforma de la ley del 'solo sí es sí', lo que nadie puede evitar preguntarse es por qué a estas alturas nadie en el Gobierno de coalición ha salido como mínimo a pedir perdón y a asumir el grave error. En este caso, ni siquiera se plantea la figura del cabeza de turco. Su relato se centra ahora en la reforma de la reforma, mientras semejante barbaridad sigue su curso en los tribunales.

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