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Urgente La A-7, colapsada con más de 10 kilómetros de atascos este jueves

Chapuzas Grezzi&Ribó S.A.

BELVEDERE ·

Pablo Salazar

Valencia

Martes, 8 de diciembre 2020, 07:59

La concejalía de Movilidad era lo que se llama una perita en dulce. Con una creciente sensibilidad ecológica entre la ciudadanía, poder revertir el modelo de circulación en la ciudad de Valencia vigente desde que el uso del coche comenzó a generalizarse a finales de los años cincuenta del siglo pasado era la función soñada por cualquier gestor de lo público con ganas de transformar la sociedad para mejorarla. Lo que había que hacer estaba claro: peatonalizar plazas, restringir el tráfico de vehículos privados en algunas calles, ampliar la red de carril bici y apostar por un medio masivo de transporte público como la EMT. Y el objetivo no era otro que conseguir una ciudad más amable y a una escala más humana, con menos humos y ruidos, menos estresante y más preparada para pasear. El problema es que al frente de esa concejalía se puso a la persona menos indicada, a un talibán malhumorado, perdonavidas e indocumentado que ha logrado ganarse la antipatía no sólo de comerciantes y asociaciones de vecinos sino de todos los colectivos y entidades con las que trata y a los que sorprende con un carácter desagradable, unas formas autoritarias y un desprecio hacia sus opiniones y sugerencias propio del iluminado que se cree en posesión de la verdad única. En sus tiempos libres, que son muchos, se dedica a dar lecciones de periodismo a los periodistas aunque no se le conoce experiencia en los medios de comunicación. En realidad, no se le conoce experiencia profesional en nada pero el caso es que gestiona la movilidad de la tercera ciudad española, lo que incluye una compañía de transportes con más de 1.500 empleados. En cualquier empresa privada, al frente de una firma de este tamaño habría una persona de acreditada capacidad, con un abultado curriculum, pero aquí lo que tenemos es al talibán amigo del alcalde. El resultado de su gestión, a la vista está: 4 millones desaparecidos en un robo porque no había suficiente seguridad informática en las cuentas y un incendio en las cocheras que se ha llevado por delante una veintena de autobuses. Eso por no hablar de los que también han ardido en calles de la ciudad, de las continuas averías, de la huelga, de la tardanza en instalar las mamparas de seguridad antiCovid, del retraso en colocar las pantallas de publicidad e información en el interior de los vehículos... Si fuera alguien más inteligente y maquiavélico pensaría que es todo una estrategia para que, a la fuerza, acabemos teniendo todos que desplazarnos en bicicleta, pero no lo es. Apenas es un activista radical y sectario, de poca monta y escasas luces, al que el alcalde -el gran culpable- ha puesto en el sitio indebido.

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