Son los muertos que ha dejado la pandemia en España hasta el 31 de diciembre, según la prestigiosa revista médica The Lancet. Un 64% más que lo que reconocen las cifras oficiales. Este jueves, otros 58. La muerte forma parte de la vida y todos ... los días unos nacen y otros se marchan, pero el covid no es una enfermedad que se contraiga porque se lleva en los genes, por la edad o por los hábitos particulares, esta peste se contagia por la calle y consiste en una lotería. Si te toca te ha tocado. Como en un relato terrorífico: érase una vez un mundo en que se sorteaban penas de muerte a diario y en que dicho sorteo llegó a ser tan cotidiano que las gentes iban y venían de sus quehaceres sin prestarle demasiada atención. Igual que las vacas en las granjas no se miran unas a otras para descubrir cuántas se ha llevado el camión de madrugada nuestro Gobierno quiere dejar de contar fallecidos por este coronavirus, aceptar que morir de ese bicho es más natural que hacerlo de un accidente de coche.
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Los primeros salieron en el telediario, algunos con nombres y apellidos, y se publicaron listas de los más conocidos, tal que en la guerra. Se guardaba un minuto de silencio por ellos en los actos públicos y era normal compartir que, alcanzada cierta cifra espectacular y redonda, caería el Gobierno. De hecho, se acusó al ministerio de ocultar fallecimientos y algún periódico consiguió fotografiar los ataúdes apilados en un polideportivo como en un almacén de naranjas. Sin embargo, poco a poco fuimos necesitando que regresase la cotidianidad, conque nos desprendimos de aquella angustia, transformamos los nombres propios en cifras, las cifras en porcentajes y cerramos los ojos. Establecimos la superstición según la cual sólo mueren de covid los muy viejos y las personas ya muy perjudicadas, y dimos la espalda al miedo. Alguna vez me he preguntado cómo convivían mis antepasados con las ejecuciones en la plaza pública y la respuesta es: así, suponiendo que esa muerte es algo que les ocurre a los demás.
Yo quiero que los tengamos presentes, que nos comportemos como adultos, que no finjamos que todo vuelve a ser como era. Quiero que el resultado diario de esta lotería macabra se siga anunciando en televisión porque, nos guste o no, el covid aún no es historia. Su incidencia ha bajado otra vez, cierto, pero esa baja incidencia depende exclusivamente de que no se produzca una nueva variante del virus. La peste es real, no la convirtamos en un cuento. El negacionismo más peligroso es el que surge del hastío de la muerte. Honremos a nuestros muertos, son legión.
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