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COLGADOS DE LA BROCHA

Cap i casal ·

El rechazo de los Presupuestos del Estado ha deshinchado un globo que era demasiado bonito para Valencia

Paco Moreno

Valencia

Lunes, 18 de febrero 2019, 08:54

Lo de los Presupuestos fue ayer y estamos todavía que es imposible decir nada». La respuesta de un ministerio, no importa cuál porque no era oficial, se produjo tras la pregunta de cómo gestionarán ahora una de las promesas del Gobierno de Pedro Sánchez con Valencia, que han sido variadas y numerosas los últimos meses. Hasta el 28 de abril apenas queda tiempo para cerrar compromisos que de otra manera se llevará el viento, pero no hacerlo tendrá un coste político.

Esa es la consecuencia de entre otras promesas asumir la deuda principal de la Marina de Valencia, 369 millones de nada, así como mantener otra del anterior ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, sobre la continuidad de las obras ferroviarias. Estos 90 días dirán si el Gobierno socialista sigue adelante a golpe de decreto con ellas o las olvida aduciendo por ejemplo que este instrumento sirve sólo para emergencias. Si elige la segunda opción, los votantes lógicamente se lo recordarán al PSOE en las urnas y, más adelante, quizás al PSPV.

De momento, el gobierno municipal ha aprobado una moción para que permita la liberación de los remanentes no gastados del presupuesto de 2018, una cantidad inmensa en el caso de Valencia, y poder destinarlos a inversiones, pero también para hacer frente a un aumento cada vez mayor del gasto salarial en el Ayuntamiento. Urge hacerlo porque el tripartito tiene su propio reloj con la cuenta atrás y antes del 26 de mayo necesitan visibilizar cuanta más obras públicas mejor. La condonación de la deuda de la Marina tiene difícil solución, por más que la secretaria de Estado de Hacienda, Inés Bardón, dijera que sería por decreto en caso de que fallaran los Presupuestos del Estado. El acta del consejo de aquel día no lo refleja así y dice que las instituciones socias en el Consorcio quedaron enteradas de la decisión del Gobierno, que expresó su compromiso de asumir la deuda pendiente impulsando los mecanismos legales pertinentes. Nada más y nada menos, pero no se menciona la palabra mágica que sirve para quitar la losa de 369 millones de euros de cualquier decisión en la Marina.

En el caso del Parque Central la cuestión depende más de la velocidad, lo que no ha sido una de las características en la gestión del proyecto ferroviario. Desde el principio del mandato existe la necesidad de modificar el convenio firmado por Rita Barberá en 2003 y cuando se estaba a punto, entonces llegó la moción de censura que dejó a Rajoy fuera de la Moncloa. Después vino la alegría de la apertura de la primera fase del parque, más de un año de retraso, a la espera de la dichosa rúbrica que, como no podía ser de otra manera, todavía no ha sido.

El alcalde Ribó se ha ido este fin de semana a Nueva York por la promoción de la ciudad como Centro Mundial de Alimentación Sostenible, aunque más le valdría parar a la vuelta en Madrid y acercarse a los ministerios antes de coger el AVE para golpear algunas puertas y hacer la inevitable pregunta: ¿Hay alguien? Dejar el convenio para el futuro Gobierno sería visto incluso como un fracaso compartido y explicar al siguiente secretario de Estado quién es César Portela una pesadez. Ya no digo obras que están adjudicadas hace meses y de las que nadie se acuerda. La ampliación de la V-21, que tanta polémica causó entre los socios del gobierno municipal, si avanza se produce en el más sigiloso de los secretos, mientras que también estamos a la espera de que aparezcan los andamios en la estación del Norte. Entre este año y 2022, según se dijo en 2017 (parece un trabalenguas) en el acto del centenario del edificio de Demetrio Ribes. Entonces todo eran buenas palabras por parte del Gobierno, aunque no está tan claro que ahora tengan el mismo ímpetu en acometer una rehabilitación cada vez más necesaria, a la vista de lo que puede ocurrir con la estación Central.

Entonces me pareció un error, pero ahora entiendo la aceptación del Ayuntamiento de una solución provisional para salvar las vías del tren a su salida del túnel de Serrería. La figuración virtual desprende un aroma a derrota colectiva, a ciudad que ha vuelto a quedarse atrás, aunque el soterramiento de las vías tendrá que esperar mejores tiempos y los promotores tienen interés en construir viviendas en el desolado paisaje de la Fórmula 1. Si además son las empresas las que ponen la inversión, no hay razones para dejar que otro de los grandes proyectos se quede colgado de la brocha por los vaivenes electorales y los efectos de las alianzas políticas en el presupuesto.

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