¿Quién compra el Valencia?
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La Fundación del Valencia anunciaba el 1 de abril de 2014 que había siete inversores interesados en la compra del club. Una comisión, formada por cuatro actores (la propia Fundación, el club, Bankia y el Instituto Valenciano de Finanzas ), decidiría en tres semanas quién era el bendecido. Todos sabemos quién triunfó y cómo. Amadeo Salvo excitaba a las masas y Aurelio Martínez miraba hacia otro lado para que Peter Lim comprara el club. Lo hizo. Muchos aficionados veneraron al magnate singapurense. Hasta 1.500 personas lo aclamaron en la puerta de Mestalla en su primera visita. Creyeron la frases mentirosas del que era presidente («Lim quiere un equipo para ganar la Champions») y del actual responsable de la Autoridad Portuaria de Valencia («Con la propuesta de Meriton, el quinto año el Valencia CF tendría 28 millones de deuda y pagará toda la deuda de la Fundación. Si nadie compra la parcela de Mestalla, él pone dinero de alguna de sus empresas»). La hemeroteca es puñetera. Ahora nos encontramos en otra situación crítica en el Valencia. A nivel económico la deuda supera los 500 millones y sin el acceso a la Liga de Campeones los ingresos serán escasos; a nivel social el divorcio entre la propiedad y la afición es total; y a nivel deportivo el equipo se encuentra perdido, con un entrenador interino y sin un director de fútbol que planee la plantilla de la próxima temporada (al final Lim aceptará los deseos de Jorge Mendes). Surgen muchas voces que reclaman que el potentado venda su paquete accionarial (empezó con el 72% de los títulos, que ha aumentado en estos años). Seguramente será lo mejor. Ni a Lim le interesa el Valencia ni el valencianismo está dispuesto a aguantar los disparates del empresario. Pero no sólo falta que acceda a traspasar el club, es necesario que alguien lo quiera. En la ciudad todos apelan a que los empresarios locales den un paso adelante. En estos casos siempre sale el nombre de Juan Roig. Poder económico posee de sobra, pero socialmente no le interesa. Tiene suficiente con el Valencia Basket, el Maratón Valencia Trinidad Alfonso EDP, el Proyecto FER, el Casal España o el carril de running del río, entre otras iniciativas que patrocina. Sabe que el club de Mestalla tiene una repercusión excesiva, sobre todo si es negativa. Y tiene que resguardar su empresa. Hay que recordar que en el pasado proceso de venta, además de la propuesta de Singapur, había dos fondos de inversión estadounidenses, un promotor ruso, un inversor de origen árabe y una firma china. Ni una propuesta local. El Valencia de los valencianos es muy romántico. ¿Pero hay algún valiente en la sala? No sólo vale criticar.
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